Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

A Mariano Carralero Tovar: El eterno guardián del Cementerio

“Ejemplo de entrega y generosidad”

Querido Mariano:
Que difícil escribir cuando la pena me atenaza el corazón, cuando las lágrimas no me permiten hilvanar una palabra con otra, porque solo pensar que te has ido hace que no pueda dejar de llorar.
Sabemos que en esta vida somos aves de paso, que en algún momento nos toca emprender ese último vuelo. Pero te has ido demasiado pronto.

Tengo mucho que decirte y más que agradecerte. Has sido una pieza fundamental en mis investigaciones sobre la historia de nuestro cementerio; y recalco nuestro porque así lo sentíamos los dos.

¡Cuantas horas hemos pasado en tu oficina, ahora recién arreglada! Tu atendiendo tu trabajo como administrador y yo leyendo libro a libro, hoja a hoja en búsqueda de esa información que saciaría mis anhelos de investigadora de la historia de Melilla.

Aquellas frías mañanas de enero, cuando aprovechaba mis últimos días de vacaciones anuales para zambullirme en los libros de registros de defunciones y en los de las parcelas y galerías.

Tu apoyo siempre incondicional. Tu atención y cariño preocupándote por si estaba cómoda o necesitaba más espacio.

El tiempo fue pasando y mis visitas se fueron espaciando pero siempre estabas ahí.

Al entrar era un acto reflejo mirar a la oficina y verte sentado frente a tu mesa. Daba igual el día, daba igual la hora. ¡El cementerio ha sido siempre tu segunda casa!

Y también la de personas como yo o como mi “compañera de rutas” Mª Elena Fernández Díaz. Siempre, siempre hemos encontrado en ti un gran apoyo.

En aquellas ocasiones en las que no me podía desplazar por circunstancias adversas, no tenía más que descolgar el teléfono y tu rápidamente solventabas mis dudas.

No has sido solo un compañero, bien pronto pasaste a ser un amigo y como tal te he sentido.
Por eso tu marcha me deja un gran vacío. Nada volverá a ser igual. Yo seguiré yendo al cementerio a buscar información, o con Mª Elena a nuestras visitas guiadas pero tu no estarás en la puerta saludando y ayudando a la gente.

¡A cuantos has solventado dudas! ¡A cuantas personas has agilizado trámites que podían haberse demorado en el tiempo! ¡Qué gran profesional pero sobre todo que GRAN SER HUMANO!
Cuando hablábamos de estos temas recuerdo que me decías: “si es que no cuesta nada atender y ayudar a la gente”. Y es verdad Mariano, que poco cuesta hacerlo a personas con un corazón gigante como el tuyo.
Tu celo profesional iba mucho más allá de cualquier horario. Te dolía ver la falta de personal y las condiciones en las que estaba nuestro cementerio. No escatimaste esfuerzo alguno en hablar con unos y con otros, en descolgar el teléfono, en llamar a todas las puertas posibles, sin obtener el resultado deseado.
Ahora, que Don Mariano Carralero Tovar ya no estará “a pie de obra” todos y digo bien todos, vamos a sentirlo mucho.
Gracias Amigo por tu generosidad. Por la paciencia que siempre tuviste conmigo. Jamás una mala cara, jamás un “ahora no puedo atenderte”.
Nos ha quedado pendiente ese café que nunca llegó, que íbamos dejando para otra ocasión.
A tu familia: tu mujer, tus hijos y tus nietos maravillosos, “tus lindos”, como les llamabas, quiero expresarles todo mi cariño y apoyo en estos momentos tan difíciles.
También lo será para tus compañeros, con los que estabas cada día, los 365 días del año.
Desde allá arriba, donde ahora tienes otras tareas pide por ellos mi querido Mariano, para que encuentren pronto el bálsamo que cicatrice la herida de tu marcha.
Para no extenderme más te diré, Amigo, que siempre estarás en mi corazón y que nunca podré olvidar a quien tanto me ayudo para que hoy pueda saber un poquito más de la historia del cementerio de la Purísima Concepción. En ella tu nombre, figurará con letras de oro, como los grandes, como lo que has sido.

¡SIEMPRE EN MI CORAZÓN!

Loading

Isabel Migallón

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€