Abdeslam y su familia tuvieron que dejar ayer la casa en la que vivían, en la calle Dámaso Alonso, en Ataque Seco, tras la orden de desahucio, por llevar ocho meses sin pagar el alquiler de la vivienda en la que llevaban tres años residiendo. No tiene trabajo y problemas para renovar la tarjeta de residencia. Aseguró que volvería a su pueblo, Chaouen, pero quiere esperar, al menos, a que la hija mayor termine el curso escolar en junio. Llegó a Melilla en 2005 y no tuvo problemas para encontrar trabajo como albañil, pero los tiempos ahora son otros. Abdeslam no dispone de un empleo para mantener a su familia, y, ahora, ni siquiera casa para hospedarse. Ayer, se hizo efectiva la orden de desahucio. La abogada, de oficio, intentó convencer al arrendatario, sin éxito. "Hemos intentando hasta última hora que no nos echara, mi abogada hizo todo lo posible, pero el propietario no quiere", declaró Abdeslam. Ha venido pagando unos 9.000 euros al año, pero actualmente debía ocho meses de alquiler, por lo que el arrendatario lo ha echado a la calle.
"Tengo muchas dificultades para encontrar un trabajo, por mí, volvería a mi pueblo, pero el único problema es que la niña está en el colegio". Su hija mayor, de ocho años, está en la Residencia de Estudiantes Marroquíes, según explicó, y le gustaría esperar a junio para que termine el curso. Tiene otras tres hijas, una "recién nacida", con tres meses, otra de dos años, y una cuarta de tres años y medio.
Hubo un tiempo en que estuvo cobrando la prestación por desempleo, pero ahora ya no tiene derecho a ella. Ha estado contando con la ayuda de un hermano ingeniero que vive en Rabat. Los vecinos lamentaron la situación de la familia, que se vio en la calle ayer por la mañana, y criticaron la casa donde residían, por no tener, consideran, las mejores condiciones.
Ninguno de los miembros de la familia tiene la nacionalidad española y Abdeslam está teniendo "muchas complicaciones" para renovar la tarjeta de residencia, según contó. La orden de desahucio se hizo efectiva a primera hora de la mañana, pese a que en un primer momento, Abdeslam confiaba en que el arrendatario le diera más tiempo.
