Quiero que el señor Vallés, cuando lea estas líneas, sepa que mi modesta opinión es que él ha sido el único que ha devuelto la dignidad a nuestra “Melilla la Vieja”, restañando las heridas del olvido, y la desidia, haciendo lo que es: un pueblo medieval en su modernismo, un pueblo con todo el crisol de nuestra Península en los tuétanos de sus calles; con nuestra cultura, y nuestra idiosincrasia española.
Los gallardetes con los gonfalones de la Casa Ducal; las cureñas con sus cañones, las macetas floridas en todas las esquinas, como los patios andaluces.
Los aljibes, que cuando el 1.02.1571, se cerraron, en XVIII, el melillense Juan Antonio de Estrada decía de ellos: “Los aljibes baxo de la Plaza del Gobernador son los mejores que hasta aquí se han visto en primor, firmeza y arte. Hacen el agua clara, delgada y fresca”. La impecable limpieza de sus calles, las enjalbegadas fachadas de los edificios privados; que aunque el cercano salitre “asesino” los quema, siempre hay operarios con sus “brochas en ristre”, que los mantienen en sus colores habituales. Hay que decir que este señor ha sido el promotor de que nuestra ciudad, sea denominada: “Patrimonio de la Humanidad”. Sobre esta petición deben saber que somos miles los melillenses que hemos dicho: ¡SI!, a esa propuesta.
A pesar de que mis recomendaciones caen en saco roto, cosa que no me importa, solo espero que en su despedida, sea condecorado, con todos los honores, y el Presidente de la Ciudad, le entregue “La Llave de la Fortaleza”; pero que no sea de oro ni de plata, sino de hierro forjado, aunque esté oxidada, y todo por su humildad y bien hacer. Y si no está creada esa condecoración, pues que la hagan posible; ya que muchos melillenses pensamos que es lo mínimo que debe recibir; porque deben saber que este señor, con amor y melillismo, ha cambiado “El Pueblo”, de “a-rri-ba-a-ba-jo”, sin repartir “caramelitos” ni alharaca alguna.
Yo recuerdo aquélla inusual propuesta que hice: que desde el Bonete, se disparasen destellos oscilantes, en Morse, con la frase: “Melilla Española Patrimonio de la Humanidad”. Lógicamente, ¡ignorante de mí!, aquéllo fue imposible, ya que entonces más de un barco, en vez de atracar en el Puerto, hubiese encallado en la Ensenada de los Galápagos, o en Trápana. Claro que si en vez desde El Bonete, hubiese sido desde el espacio, entre los Torreones de San Juan, y la Florentina, y dirigidos hacia nuestros vecinos en el Gurugú, tampoco estaría nada mal la cosa. Así que como aún estamos a tiempo, ahí tienen la idea.
De este señor lo que más me impactó fue su amor patrio, por las declaraciones que hizo, ¡con dos cojones!, cuando unos cabrones-jilipollas-cobardes, con nocturnidad y alevosía, le arrancaron el brazo, que porta la espada, a Estopiñán, dijo que él tenía 100 brazos más para reponerlo. Solo me resta desearle, que como no padece de hipoacusia o cofosis (sordera), que en su nueva andadura, junto a los suyos, sea todo lo feliz que merece, y recuerde lo que Gabriela Mistral decía sobre la imagen materna de la tierra, como lo es nuestra ciudad para muchos melillenses, como nosotros: “La actitud de una madre con sus hijos, sus criaturas (seres y frutos) en sus anchos brazos”.
Ésa es nuestra tierra, señor Vallés, Melilla, española por excelencia, africana por su situación geográfica, pero con cuerpo español en todas sus dimensiones; y al que le pese, que se joda. “El Rey y la Reina: Lo que por nuestro mandato se asentó con el Duque de Medina Sidonia; e con D. Pedro Estopiñán, su contador, e con Martín Bocanegra, Alcaide de Medina Sidonia, ambos en su nombre, para la guarda e proveimiento de la cibdad de Melilla es lo siguiente: Primeramente, que Nos mandamos dar cargo al dicho Duque de la tenencia e guarda de la dicha cibdad de Melilla, porque la tenga por Nos cuanto Nuestra merced y voluntad fuere (…)”.
Reciba un fuerte abrazo, amigo.
