El aeropuerto de Melilla ha recuperado el nivel de oferta de que tenía en la época de la prepandemia. Según los datos que facilitaba ayer Air Nostrum, la única compañía que opera hoy por hoy en el aeropuerto melillense, en el primer trimestre de este año hay un 35% más de plazas ofertadas que las que había hace justo tres años, entre enero y marzo de 2019, justo un año antes de que la crisis del coronavirus pusiera patas arriba nuestro mundo.
No es fácil llegar a ese nivel. No hay que perder de vista que 2019 fue el año récord del aeropuerto de Melilla y que entonces había competencia. Hoy, tres años después, las cosas han cambiado mucho porque, además de una emergencia sanitaria que ha golpeado de manera muy dura al sector del turismo y el transporte, en el aeropuerto ya no operan tres compañías como ocurría entonces (Air Nostrum, Air Europa y Hélity), sino que ahora lo hace sólo una, la aerolínea franquiciada de Iberia para vuelos regionales.
Pero, aunque superar en un 35% la oferta de plazas ya es un importante paso adelante, en comparación con la situación que hemos tenido hasta hace poco, seguimos teniendo el problema importante de los precios, que son elevados, especialmente para los no residentes, que no pueden beneficiarse del 75% de bonificación. Es un obstáculo para nuestro turismo. Al menos, tenemos la ventaja de que el Gobierno local ya reconoce que este es el verdadero “hándicap” para el desarrollo turístico de Melilla y que de nada valdrá el esfuerzo que está haciendo por intentar atraer viajeros, que es verdad que lo está haciendo, mientras los precios del avión sigan por las nubes, nunca mejor dicho.
El Gobierno de España, que es el que tiene las competencias de transportes, tiene que poner aquí toda la carne en el asador y abanderar la mejora de nuestra conectividad. En su mano tiene herramientas para ello, que van desde los cambios necesarios e inversiones en el aeropuerto, hasta la posibilidad de declarar como Obligación de Servicio Público las dos líneas más demandadas, como son la de Málaga y la de Madrid.
Es un sinsentido que estas dos rutas, las joyas de la corona en nuestro aeropuerto, no estén bajo ese paraguas público que garantice su operatividad y limite sus precios. No parece que tenga intención de hacerlo, porque el Gobierno de Pedro Sánchez, con los votos del PSOE, Podemos y sus socios de investidura, ha rechazado esta medida solicitada vía enmienda a los Presupuestos por el PP. Podría justificar que es que la normativa europea impide intervenir en unas líneas que están funcionando bien en el libre mercado, como el PP, en sus tiempos de Gobierno, hizo para justificar su negativa a incluir en el contrato marítimo la línea de Motril. Pero si lo hiciera, el PSOE caería en una contradicción, pues antaño rechazaba esa justificación del PP.
Necesitamos abaratar nuestro transporte y, sobre todo, no centrar todos los esfuerzos en el aéreo, como este Gobierno local está haciendo. También el marítimo, mucho más empleado que el avión, necesita bajar sus precios y mejorar su calidad. El mal contrato marítimo que nos ha preparado el Gobierno no lo va a conseguir. Es hora ya de ponerse manos a la obra para que nuestros puentes con la península, el aéreo y el marítimo, sean accesibles y asequibles para todos.
