Por: Abdeluab Mehamed Maanan
En la realidad del hombre solo una cosa ha quedado probada y esto, no es otra cosa que la sencilla razón de que la verdad siempre prevalece, por mucho tiempo que sea y que hubiera quedado oculta, la humanidad siempre heredara la verdad, aunque después como de costumbre, se siga renunciando a ella.
En esta idea, muchos son los argumentos y muchas las opiniones, ninguna de por sí puede describir la realidad de una verdad, más que la propia circunstancia que por sí misma se expone a ser observada, tratada y examinada en toda su manifestación, en todo su contenido. Cierto que la verdad no puede ser dada por decreto, por muy influyente que sea la tinta que se vierta desde la pluma o, por escurridiza que sea la palabra para seguir no afrontando una realidad, pero lo cierto es que, tanto unos como otros, pueden estar tan lejos de la verdad como tan cerca, pero nadie, valorando lo que puedan aportar, puede dar resumen a las circunstancias que ahora se viven en nuestra ciudad, alejándola del criterio de las buenas intenciones, de la normal coherencia o acerándola al despropósito o al caos.
Y no, no va a ser así, mientras las personas, y cada una de ellas puedan ver y decidir sin que pueda darse, el criterio equivocado de que uno piense por todos. Y esto es así por naturaleza, y no al contrario por la respetada opinión de nadie.
Nuestra ciudad necesita demostrar sensatez, algo que algunos o algunas quieren sustituir por cabezonería, pero esto no sería muy justo con nuestra historia de ciudad y pueblo, que tras largos años de angustia, y ya muy superada, ahora tiene que demostrar conciencia para, que desde un dialogo sosegado, pueda ser observada la realidad que se manifiesta, que es lo que, a fin de cuenta, nos puede hacer llegar a encuentros y convencimientos.
Aquí no caben las lapidaciones de los gentilicios, y los comentarios u opiniones al respecto no dejaran de ser comentarios y opiniones al respecto, incluido estas palabras. Lo importante será llegar a entender que, tenemos que dar posibilidad al entendimiento, porque dibujar círculos separados no es lo correcto.
Pese a esto, los discursos de política o religión o de ambas cosas a la vez, van a ser como siempre el dialecto de un pueblo que no supera su discurso, preso de sus prejuicios.
El tema es claro y sencillo. Nadie tiene la verdad, nadie puede tener derecho a guerrear con los gentilicios y sobre todo, nadie puede negar lo evidente. Y lo evidente es la realidad de cientos de personas que creen tener un derecho a ser miembros documentados en nuestra ciudad.
Por otro lado, nadie impone, solo basta con decir la verdad y examinar la realidad que lo pide. Si esto es un problema, lo es porque habrá quien no quiera decir la verdad y no quiera examinar la realidad que pide ser documentada.
A mí personalmente, me asustan los criterios generalizadores de una sociedad que clama en sus redes el odio y la confrontación, que sintetizan a la realidad de todos los musulmanes , de corta como grupo, que no diferencia las leyes, confunde religión y política, que no es demócrata y no sabe decidir, que no piensa y no es leal, que traiciona y a la que se manda a abandonar la ciudad, siempre a la primera de cambio. Si lo dicho asusta, de terror y pánico es que una delegada del gobierno entre en la sintonía y la frecuencia de este discurso, llegando a decir que hablar en defensa de los más vulnerables, es hablar y responder a otros intereses y no al interés general. Con estas palabras y sus defensores hieren y debilitan el verdadero interés general, quizás pensando que, una parte muy importante de ciudadanos, no lo son por defender a inmigrantes de nacionalidad marroquí, aún de poder demostrar en su mayoría, que son familiares de ciudadanos melillenses.
Esto de verdad si asusta, y no, por muy numerosos que sean, asustan, las personas que piden una oportunidad para vivir en mejores condiciones. Será el derecho quien dé a cada persona lo que en justicia sea. Pero nunca será de derecho lo que la delegada del gobierno y sus defensores, quieran imponer poniendo, como siempre, la idea del rechazo y el fin de perseguir otros intereses alejados del interés general. Una actitud repetitiva a lo largo de más de 50 años que, menosprecia y socava la realidad de ciudadano de cualquier persona o grupo social, solo porque defiendes a pobres inmigrantes que son marroquíes. No había pensando que en esta ciudad, la solidaridad se aceptaba según sea el gentilicio y procedencia del emigrado. Y que estaba prohibida ejercerla si eres musulmán.