China no se deja avasallar y se enfrenta a EEUU.

Donald Trump y Xi Jinping estrechando manos en un evento

La Semana. MH, 13/10/2025

Por: J.B.

 

China ve los aranceles estadounidenses como hipócritas y provocativos, defendiendo sus propias medidas, como los controles de exportación de tierras raras, como necesarias para la seguridad nacional.

Parece probable que China tenga una ventaja significativa a través de su dominio en las cadenas de suministro globales, particularmente en componentes electrónicos básicos esenciales para industrias en todo el mundo.

La evidencia apunta a un resultado mixto en la guerra comercial, con China mostrando resiliencia económica mientras ambas partes enfrentan disrupciones en el mercado y posibles costes a largo plazo.

Existen diferentes opiniones en torno a quién va obteniendo u obtendrá la victoria en esta “guerra”. Las acciones de EE.UU. buscan reducir dependencias, pero arriesgan inflación y tensiones globales, mientras China enfatiza la negociación sobre la escalada.

No queremos una guerra arancelaria, pero no le tememos (China)

Antecedentes de las Tensiones Renovadas

En octubre de 2025, el presidente de EE.UU., Donald Trump, escaló la guerra comercial al anunciar aranceles del 100% sobre las exportaciones chinas, que entrarán en vigor el 1 de noviembre, en respuesta a los controles de exportación de tierras raras endurecidos por China. Este anuncio viene tras una frágil tregua a principios de año, donde los aranceles se redujeron, pero no se eliminaron. Las nuevas medidas han sacudido los mercados globales, con las acciones tecnológicas particularmente afectadas debido a las dependencias en la cadena de suministro.

Reacciones Clave de China

Beijing ha condenado fuertemente los aranceles, calificándolos de «doble estándar», instando al diálogo en lugar de optar por las amenazas. Los funcionarios chinos afirman que China no busca una guerra arancelaria pero sí está preparada para responder con contramedidas si es necesario. No se han anunciado, de momento, nuevos aranceles chinos sobre bienes estadounidenses, lo que indica un enfoque medido en medio de esperanzas de futuras conversaciones en cumbres próximas.

La Ventaja de la Cadena de Suministro

El control de China sobre las tierras raras y los componentes electrónicos —procesando alrededor del 90% de las tierras raras globales— le da una posición fuerte. Estos materiales son vitales para smartphones, vehículos eléctricos y tecnología militar, lo que hace que la diversificación sea un desafío para EE.UU. y sus aliados. Exporta (China) más del 65% de laptops/tabletas y el 47% de smartphones, mientras domina componentes como chips de memoria y PCBs en un 16-20% globalmente.

Más del 70% de los componentes electrónicos provienen de fábricas chinas, habilitados por integración vertical que reduce tiempos de entrega en 40-60%. Las dependencias son profundas: el 80% de OEMs no chinos dependen de al menos tres proveedores basados en China para partes personalizadas.

Las políticas de Trump han impulsado la diversificación de cadenas de suministro, con las importaciones estadounidenses de China disminuyendo mientras las empresas se mudan a Vietnam, India y México. Sin embargo, hay voces críticas que destacan los costes para los consumidores estadounidenses

Este dominio subraya por qué China podría parecer ganar terreno, ya que las empresas globales siguen dependiendo de su ecosistema de fabricación eficiente.

Esta “guerra” sigue un patrón de medidas de ojo por ojo: a principios de 2025, los aranceles estadounidenses sobre bienes chinos alcanzaron el 145% antes de una desescalada mutua en mayo, reduciéndolos al 30% para EE.UU. y al 10% para China sobre importaciones estadounidenses.

Lo chinos defienden las restricciones de tierras raras como «acciones normales» para proteger la seguridad nacional y global y reiteran que «no queremos una guerra arancelaria, pero no le tememos».  Los funcionarios chinos han advertido de «medidas correspondientes» si EE.UU. persiste, que, potencialmente, podrían incluir tarifas portuarias sobre barcos estadounidenses o restricciones adicionales de exportación.

Se espera con expectación una posible reunión (ahora en el aire) entre Trump y Xi Jinping en la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Corea del Sur a finales de octubre.

La economía de China ha mostrado adaptabilidad: pese a los aranceles estadounidenses, se espera que sólo se reduzca un 0,7% el crecimiento del PIB en 2025, pero las proyecciones aún pronostican una expansión robusta en comparación con EE.UU. Los mercados de Beijing se han mantenido estables en medio de las últimas amenazas, mientras que las acciones globales cayeron, con el S&P 500 bajando un 2,7% —su caída más pronunciada desde abril. Los analistas destacan el uso estratégico de China de la sobrecapacidad y subsidios para mantener la competitividad en las exportaciones, permitiéndole superar presiones a corto plazo.

Las políticas de Trump han impulsado la diversificación de cadenas de suministro, con las importaciones estadounidenses de China disminuyendo mientras las empresas se mudan a Vietnam, India y México. Sin embargo, hay voces críticas que destacan los costes para los consumidores estadounidenses: los aranceles han aumentado los gastos de los hogares en casi $1.300 al año y generado $171 mil millones en ingresos, actuando efectivamente como un impuesto.

Es necesario (y urgente) que Europa (también España) deje de ser dependiente en tecnología y recursos naturales.

Implicaciones Más Amplias y Perspectivas Contrarias

Mientras China parece estar preparada para capear la tormenta a través de estímulos domésticos y redirección de exportaciones, en la parte norteamericana (y del resto del mundo) se argumenta que las estrategias de EEUU están generando ganancias a largo plazo, como dependencias tecnológicas reducidas y aliados fortalecidos, e ineficiencias (evitar suministros chinos podría imponer «ineficiencias significativas» en adquisiciones y elevar costes.), nervios en el mercado y miedos a una guerra prolongada.

El resultado de la guerra es incierto, con la posibilidad de un mayor diálogo o atrincheramiento. Europa, que está en un preocupante segundo plano, debe aprovechar para reducir las grandes y peligrosas dependencias de ambas potencias. Es necesario (y urgente) que Europa (también España) deje de ser dependiente en tecnología y recursos naturales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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