Melilla vuelve a vestirse de memoria y gratitud con motivo del 105 aniversario de la fundación de la Legión. No es una efeméride cualquiera: hablamos de una de las unidades más emblemáticas del Ejército español, pero también de una institución cuya historia está íntimamente ligada a la de nuestra ciudad desde prácticamente su nacimiento en 1920.
La elección del 20 de septiembre como fecha conmemorativa no es casual. Ese día se alistó Carlos Espresati de la Vega, el primer legionario. Su nombre quizá no figure en los grandes manuales de historia, pero su gesto marcó el inicio de un espíritu colectivo que ha sobrevivido más de un siglo: el valor moral del compromiso personal, incluso por encima de la fría formalidad administrativa. Espresati murió en combate apenas cinco años después, ejemplo de los miles de legionarios que entregaron su vida en servicio de España.
Melilla no puede entender su propia historia reciente sin la Legión. En 1921, tras los trágicos sucesos de Annual y Monte Arruit, fueron las primeras banderas legionarias las que acudieron al socorro de la ciudad, sellando un vínculo que no ha dejado de consolidarse. Desde 1959, el Tercio “Gran Capitán” forma parte inseparable del paisaje humano y militar de Melilla, arraigado en el acuartelamiento “Millán Astray”.
Hablar de la Legión es hablar de sacrificio, de disciplina y de un credo que, guste o no, ha dejado huella en la identidad española. Sus más de 10.000 muertos y 40.000 heridos en servicio son cifras que imponen respeto. Pero más allá de los números, lo que se celebra cada 20 de septiembre es la pervivencia de un estilo de vida militar que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. De África a Bosnia, de operaciones humanitarias a misiones internacionales, la Legión ha demostrado que el compromiso con España no es una reliquia del pasado, sino una realidad presente.
En una sociedad donde a menudo se relativizan los valores de esfuerzo, lealtad y sacrificio, la Legión nos recuerda que hay ideales que trascienden generaciones. Melilla, que ha compartido con ella alegrías, tristezas y desafíos, no puede sino sentirse orgullosa de esa historia común.
Hoy, cuando se cumplen 105 años de aquel primer alistamiento, el homenaje a la Legión es también un homenaje a nuestra ciudad, que la vio crecer y la acogió como parte de su alma. Porque Melilla y la Legión, desde hace más de un siglo, caminan juntas.