En enero de 1971, un joven Jesús Moreno emprendió su primer gran viaje deportivo de balonmano, con la ilusión de representar a Melilla a nivel nacional en el Campeonato de Selecciones Juveniles, el Trofeo Nacional José Antonio Elola, que se celebraba en Santander. Aquella experiencia marcaría sus inicios en la competición nacional, y quedaría grabada en su memoria no solo por la intensidad del torneo, sino también por la larga y aventurera travesía que supuso llegar hasta el norte de España.
Por Jesús Moreno, entrenador nacional de balonmano
Mi primer viaje fue en enero de 1971 para representar a Melilla a nivel nacional en el Campeonato de Selecciones Juveniles (Trofeo Nacional José Antonio Elola) en Santander, cuando todavía formaba parte de Castilla La Vieja. De los llamados inolvidables, no solo por las vivencias, que fueron muchas, sino por la duración del mismo: casi dos días en autobús para llegar y otros tantos para volver. Fuimos en barco hasta Málaga (donde nos unimos a Ceuta).
Al principio hubo recelo, pero pronto congeniamos e iniciamos la aventura por la antigua carretera de ‘los montes’ en Málaga (no había autovía ni autopistas), estrecha y con más curvas que un ‘scalextric’.
Más de uno se mareó; tardamos casi dos horas en llegar a Colmenar, donde bajamos para comer. No habíamos empezado cuando un camionero se presentó todo indignado, con un destornillador en la mano, buscando al ‘hijo de…’ que le hizo el gesto con la mano de los ‘cuernos’ cuando lo adelantamos. Nadie abrió la boca, todo el mundo estaba acojonado; al final se marchó sin encontrar al culpable de haber mancillado su ‘honor’. Eran otros tiempos; hoy este gesto es un saludo casi habitual y no pasa nada.
Pasamos por Córdoba e hicimos noche en Aranjuez. Al día siguiente pusimos rumbo a Madrid, concretamente al INEF, donde nos enseñaron sus magníficas instalaciones (habían sido inauguradas unos años antes). Al entrar en el comedor con la chilaba puesta de un amigo, que la llevó para mitigar el frío del norte, la mayoría de los estudiantes empezó a tocar el plato con sus cubiertos, produciendo un sonido atronador que solo disminuyó cuando me quité la capucha y vieron que no “había moros en la costa”. Después de comer nos dirigimos hacia Burgos y por fin llegamos en la madrugada del día siguiente a Santander.
El equipo estaba compuesto, en su mayoría, por jugadores de Magisterio y del Instituto de Enseñanza Media, actual Leopoldo Queipo. Creo que hicimos pocos entrenamientos, uno de ellos en la pista de la Escuela de Magisterio, que era un tormento, pues no tenía red ni valla metálica; el balón se iba por la pendiente que había detrás de una de las porterías y el juego se interrumpía con frecuencia.
Sin estar conjuntados, pero con una ilusión enorme, partimos para hacer nuestra “América deportiva”. Atravesamos la península de sur a norte y viceversa; la Ruta 66 se queda corta con nuestra aventura. Fue la primera vez que vi la nieve y tuve conocimiento de la existencia de las empresas lácteas Pascual, que había infinidad de carteles a lo largo de toda la carretera. Recientemente he viajado a Burgos y sigue la misma publicidad, aunque con otra estética.
Santander nos gustó mucho: sus edificios, su bahía, sus playas (El Sardinero), sus paisajes…
En el aspecto deportivo, no salimos mal: ganamos a Huelva y perdimos con León y Santander, equipos superiores tanto en táctica como en ritmo de juego, con jugadores de calidad; algunos llegaron a Asobal, como el extremo Morante, que después jugó en el Atlético de Madrid y en la Selección Española.
Sector en Córdoba
El equipo del Instituto Leopoldo Queipo quedó campeón provincial de la categoría Juvenil, seguido por La Salle. En septiembre se celebró la fase de sector en la citada ciudad y en nuestro grupo nos enfrentamos al campeón de Alicante y Almería. Empatamos con los primeros, que habían sido campeones de España en años anteriores, y ganamos a Almería con solvencia; por el ‘golaveraje’ se clasificó Alicante para la final.
Así empezó mis andanzas como directivo, entrenador y jugador al mismo tiempo, pues en este viaje desempeñé todas estas funciones, ya que la persona que debía realizarlas no pudo desplazarse por motivos laborales. Con 16 años -cuando la mayoría de edad era 21- estaba al frente de una expedición de 12 personas, siendo posiblemente uno de los más jóvenes. Al final todo salió bien, no hubo ninguna deserción y volvimos a casa sanos y salvos. ¡Eran otros tiempos!
Selecciones Córdoba 1972
Por aquellos años había muchos equipos en categorías inferiores, sobre todo en los centros educativos, ya que, al margen del campeonato de clubes federados, existía el escolar, donde había una gran rivalidad con La Salle, Salleko, Enrique Nieto, Instituto de Enseñanza Media (hoy Leopoldo Queipo), Ebidem, Elorza… De estas filas saldrían los futuros jugadores de las categorías superiores: Ahumada, Magisterio, San Agustín, Liceo, Sanyo, Casa del Neumático, Uned, Juan Lucas, Renault Melilla…
Se jugó en Córdoba y en 1973 en Granada, obteniendo buenos resultados. El jefe de expedición era Jesús Rilova.
En cuanto a los Campeonatos Escolares, nos enfrentamos en el campo de La Hípica al equipo de Campillo, al que vencimos por un marcador ajustado. En la siguiente eliminatoria nos tocó Huelva, a la que ganamos en Carranque (Málaga) y, por último, con Almería, perdimos por un gol; de haber ganado, nos habría tocado ir a Oviedo a jugar la fase final, pero no fue posible.
El equipo tenía un portero que se ponía gomaespuma en las caderas para amortiguar las caídas, ya que en algunas ocasiones imitaba a los porteros de fútbol. Como jefe de expedición venía Francisco Verdugo, profesor del centro.