SENTADO AL PASO DE LA BANDERA

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El Partido Socialista Obrero Español se mantiene alejado del entendimiento de los compromisos de España en el ámbito internacional, especialmente en lo que se refiere a la Defensa.

Si en 2003 el candidato a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quiso manifestar su alejamiento del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica del Presidente Bush, permaneciendo sentado al paso de la bandera de aquel país en el desfile del día de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre de 2003, ignorando que las banderas representan a las naciones y los pueblos por encima de sus gobiernos, ahora es el Presidente Pedro Sánchez el que, con la finalidad de huir de las consecuencias de los conflictos de corrupción que cercan a su Gobierno, a su Partido y a su entorno más inmediato de colaboradores y familiares, ha intentado generar un conflicto en la cohesión de la Alianza Atlántica y de la Unión Europea en los críticos momentos en los que nos encontramos en la redefinición del panorama geopolítico mundial.

El propio candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmaba el 4 de octubre de 2014 que, si tuviera que prescindir de algún Ministerio, el primer candidato para ello sería el Ministerio de Defensa. Parece que, cuando están en la oposición, los candidatos del Partido Socialista Obrero Español, no tiene reparos en poner en tela de juicio los principios básicos de nuestra convivencia, sin reparar en las consecuencias que ello pudiera representar. Se podría decir que, para ellos, el fin justifica los medios.

En el primero de los casos, el después Presidente Zapatero aseguró que su falta de respeto a la bandera de los Estados Unidos era una muestra de protesta ante la guerra de Irak, en la que España no debía de participar, tergiversando la realidad, ya que la operación en la que, en aquel momento, estaban participando las Fuerzas Armadas españolas no era la denominada guerra de Irak sino la Operación de reconstrucción del país, después de la guerra, respaldada por una Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Así es como el Partido Socialista Obrero Español acostumbra a hurtar la verdad a los españoles, escondiéndosela bajo pretextos electoralistas y argumentarios populistas.

Con la llegada del Presidente Pedro Sánchez al Palacio de la Moncloa en junio de 2018, tras la moción de censura presentada al Presidente Mariano Rajoy, una de sus primeras decisiones fue la de cancelar un contrato de enajenación de un determinado volumen de munición para la Fuera Aérea saudí, so pretexto de la presunta falta de respeto a los derechos humanos en aquel país. Como quiera que, como consecuencia de aquella cancelación, el Gobierno saudí amenazó con cancelar, en contrapartida, el contrato para la construcción de cuatro corbetas en los Astilleros de Navantia en Cádiz, con el consiguiente perjuicio para la carga de trabajo de aquella factoría y la consiguiente protesta de los trabajadores afectados por el impacto de aquella ideologizada decisión, el Gobierno rectificó y justificó el mantenimiento en vigor de ambos contratos, el de la munición y el de las corbetas.

En fechas recientes, el Gobierno ha vuelto a caer nuevamente en la misma equivocación, adoptando decisiones sometidas, exclusivamente, al imperio de sus obsesiones ideológicas acometiendo, precipitadamente, un bloqueo al intercambio comercial de material de Defensa con Israel, sin valorar adecuadamente el impacto que dicha decisión comportaba para la disponibilidad de nuestras Fuerzas Armadas de determinados recursos de defensa como son los misiles contra carro Spike o los Sistemas Lanzadores de Alta Movilidad, SILAM, ambos de marcado interés para nuestras Fuerzas Armadas. Los apoyos entre países aliados y amigos en materia de Defensa han de supeditarse a consideraciones de carácter técnico, con la debida serenidad y el imprescindible rigor, antes de someterse, inconscientemente, a la satisfacción atropellada de consideraciones ideológicas, por legítimas que éstas sean.

El último episodio de esta atípica manera de gestionar los asuntos internacionales en el ámbito de la Defensa se ha puesto de manifiesto esta semana con el espectáculo promovido por el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde que el pasado jueves, 19 de junio, sorprendiera a propios y extraños, con el envío de una carta al Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, informándole de su intención de no cumplir con el compromiso de suscribir el acuerdo de acometer una inversión del 5% del PIB en Defensa en los próximos años. Lo cierto es que el acuerdo se cifra en alcanzar esa cantidad en el año 2035 y, por otra parte, se desdobla en dos conceptos relacionados, pero distintos: un 3,5% en inversiones propiamente militares y el 1,5% restante en inversiones en capacidades relevantes pero complementarias a las puramente militares. Conocidos ambos factores, la carta sorprendió, inicialmente, en el entorno del Secretario General, que, con la finalidad de que la cumbre discurriera por los cauces de la normalidad propios de los acuerdos entre aliados, contestó el domingo con otra carta dando a entender que no había ningún problema en que España acometiese el esfuerzo por la vía que considerase, aunque sin renunciar al objetivo del 5% en 2035 y con un hito de revisión intermedia en 2029.

Lo cierto es que, ante la dificultad de mantener el mismo argumento en su Gobierno de coalición que ante nuestros aliados de la OTAN, el Presidente optó por firmar el acuerdo y a continuación manifestar públicamente que, por el momento, España considera que con el 2,1% va bien, tratando de quedar bien con unos y con otros y quedando, por ambiguo y confuso, mal con unos y con otros. Una oportunidad malgastada para explicar a los ciudadanos las razones por las que nos encontramos en esta tesitura y qué representa, realmente, todo lo manifestado en un sentido y en otro.

Es que, en política internacional, especialmente en el ámbito de la Defensa, se espera algo más de un responsable político de una nación como la nuestra. Algo más que conformarse con el pueril gesto de permanecer sentado al paso de la bandera.

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Fernando Gutíerrez Díaz de Otazu

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