El pasado miércoles 7 de mayo, dentro de la programación de la 17 Semana de Cine de Melilla, se presentó en el teatro Kursaal Fernando Arrabal el último documental del melillense Moisés Salama, titulado No sea tu falta. Salama, miembro de una conocida familia asentada en Melilla desde hace más de un siglo, quiso mirar atrás y recordar no solo sus orígenes, sino a una ciudad que él, se lamentaba en la presentación, ya no existe. Pero vayamos por partes.
Francisco Narváez, “Culi”, hizo una semblanza muy personal y amorosa de su amigo Moy antes de la proyección, y nos calentó el corazón con sus palabras. Todos teníamos ganas, buena predisposición y curiosidad por ver el documental. Quien más, quien menos, conocía a Moy y a los Salama.
Pero nadie nos había preparado para esos setenta minutos que se nos hicieron cortos. En esta obra hermosa, tierna, conmovedora, Moisés Salama nos habla de su familia más cercana, con un nivel tal de intimidad que por momentos nos sentíamos intrusos en medio de sus reuniones y charlas. Con una generosidad inmensa, el autor nos regala imágenes de grabaciones realizadas por él mismo, en Súper-8, cuando era un niño y después un joven en el que ya despuntaban su curiosidad y su inquietud creativa y artística. Todo ello mezclado con vídeos actuales, en los que aparecen los protagonistas aún vivos de las primeras imágenes junto con las nuevas y frescas incorporaciones, los descendientes de esta familia que podría ser la nuestra; al fin y al cabo, una familia cualquiera.
Moy, además, nos regala imágenes de una Melilla que, los que ya pasamos del medio siglo, reconocíamos, atrapados como él en la nostalgia de un pasado que, inevitablemente, no va a volver. Desde la situación privilegiada de la vivienda familiar, otra de las protagonistas de esta historia, se dedicó a grabar durante años escenas cotidianas de la ciudad. Gente que iba y venía, acontecimientos del día a día y los que se convirtieron en históricos. La vida que pasaba bajo su balcón.
También aparecen otros protagonistas de la vida de Moy. Es un buenísimo amigo, según dicen sus amigos: Juan, Fernando, Elena, Bibinha, Ángel, Mohamed, Fadela, Sonia… se ponen delante de la cámara y opinan sobre lo que significa para ellos Melilla, ser de Melilla, el presente y futuro de la ciudad, el hecho de ser judío, el poder del diálogo y la convivencia.
Moisés Salama, a través de sus propias palabras, nos iba desgranando recuerdos y reflexiones. Reconoce que es una persona contradictoria, nos confiesa que echa de menos a su ciudad del pasado, la que lo vio crecer, mientras que la de ahora no le inspira el mismo cariño u optimismo, aunque luche contra esa sensación de derrota o pérdida. Pero nosotros, los espectadores, no pudimos creerlo. Su documental es un canto de amor a Melilla, en todo su ser, con su gente, su luz, sus playas, sus colores. No nos creímos en ningún momento que se sintiera desanimado cuando contemplaba a la Melilla de hoy. La ama como siempre lo ha hecho. Y así nos lo muestra en este deslumbrante documental. Su mirada encendida sobre la ciudad desmiente sus palabras.
Este documental trasciende el hecho local. A partir de la historia de una familia concreta de una pequeña ciudad, se nos habla de nociones universales como la identidad, los lazos familiares, el arraigo, la nostalgia, la memoria, el vacío que nos dejan quienes ya se fueron, el duelo por la pérdida, el inevitable paso del tiempo, todo narrado con una emoción contenida, una delicadeza y un amor que nos arrastró a todos.
“No sea tu falta” es una expresión muy popular entre los judíos del norte de África que la madre de Moisés usaba con frecuencia. Más o menos, según él me explicó, quiere decir: “No estás, te echamos de menos, pero que no sea porque ya te has ido para siempre”. La madre del autor, ya muy mayor, delante de la cámara pidió disculpas a sus hijos por si se hubiera equivocado en algo y les hubiera causado algún daño. Fue un momento que nos dejó a todos sin aliento.
Gracias, Moy, por regalarnos tanta belleza luminosa, por esta declaración de amor a Melilla, por abrirnos las puertas de tu casa y presentarnos a tu familia, por compartir tus recuerdos con todos nosotros, y porque, de alguna manera, nos hablaste de la familia y de la ciudad de cada uno de nosotros. Desde esta Melilla, la tuya, no sea tu falta.