La Semana. MH, 17/03/2025
Por: J.B.
Los impuestos son algo necesario en las sociedades modernas (también lo eran, por ejemplo, en la Edad Media, aunque entonces los métodos coercitivos eran más expeditivos y el alcance del “saqueo” dependía de las necesidades -para financiar guerras o para vivir con un lujo insultante- de los señores o reyes; solían dejar en la más absoluta pobreza a los súbditos o vasallos), pero el actual abuso de estos por parte de Sánchez y compañía nos acerca peligrosamente a la Edad Media.
El actual abuso de estos (los impuestos) por parte de Sánchez y compañía nos acerca peligrosamente a la Edad Media
La Edad Media abarca un periodo amplio (siglos V al XV aproximadamente). ¿Cómo funcionaban los impuestos en la Edad Media, especialmente en Europa Occidental (que se regía mayoritariamente por el sistema feudal)?
No existía un sistema fiscal centralizado como hoy. Los impuestos estaban profundamente ligados al sistema feudal, basado en la relación entre señores, vasallos y campesinos. Los reyes, nobles y la Iglesia exigían tributos en función de su autoridad y necesidades, como financiar guerras, construir castillos o mantener el clero. Los impuestos podían ser:
En especie: La mayoría de la población era campesina y analfabeta, y la economía era agraria. Por eso, los tributos se pagaban con productos como grano, ganado, vino o lana. Por ejemplo, el «diezmo» era un impuesto obligatorio del 10% de la cosecha que se entregaba a la Iglesia.
En trabajo: Los campesinos (siervos) debían trabajar gratis en las tierras del señor feudal ciertos días al año (ahora, sin ser en teoría siervos, trabajamos, para pagar a Sanchez/Montero, la mitad del año), un sistema conocido como corvea. Esto podía incluir labrar campos, reparar caminos o construir fortificaciones.
En dinero: Aunque menos común al principio, con el tiempo (especialmente a partir del siglo XII con el resurgimiento del comercio), algunos impuestos empezaron a pagarse en monedas, como el «censo» o el «tallage» (un tributo arbitrario que el señor imponía a sus vasallos).
Tributos extraordinarios: Los reyes podían exigir pagos especiales para cruzadas, rescates (como el de Ricardo Corazón de León) o guerras. Estos eran menos frecuentes, pero muy pesados para la población.
La recaudación era descentralizada y dependía de la jerarquía feudal:
Señores locales: Los nobles recaudaban directamente de los campesinos en sus feudos. Usaban administradores o «bailíos» para supervisar la producción y asegurarse de que se entregara lo acordado.
La Iglesia: Los clérigos locales (curas o monjes) recogían el diezmo en las parroquias, a menudo almacenándolo en graneros o «diezmeros».
Agentes reales: En reinos más organizados (como Inglaterra tras la conquista normanda), los reyes enviaban recaudadores o «sheriffs» para cobrar impuestos en nombre de la corona. El Domesday Book (1086) en Inglaterra, por ejemplo, fue un registro para calcular cuánto se podía recaudar.
Amenaza y control: La coerción era clave. Los señores contaban con soldados o caballeros para intimidar a quienes dudaran en pagar.
No cumplir con las exigencias de los señores o reyes tenía consecuencias graves, ya que el sistema dependía de la obediencia. Los castigos variaban según el lugar, la época y la gravedad, pero incluían:
Multas y confiscaciones: Si alguien no pagaba, el señor podía embargar sus bienes (herramientas, animales o cosechas). En casos extremos, se confiscaba toda la tierra o propiedad del deudor.
Castigos físicos: Azotes, mutilaciones (como cortar una mano) o encarcelamiento en mazmorras, eran comunes para los campesinos rebeldes. Los siervos, al estar legalmente atados a la tierra, no tenían muchas opciones de escapar.
Expulsión: En algunos casos, el señor podía expulsar a un campesino de sus tierras, dejándolo sin sustento ni protección, lo que en la práctica era una condena a la miseria o la muerte.
Ejecución: Para delitos graves, como liderar una revuelta contra los impuestos (como la Revuelta de los Campesinos de 1381 en Inglaterra), los cabecillas podían ser ahorcados, decapitados o quemados. Sin embargo, esto era menos común, ya que los señores preferían mantener viva a la mano de obra.
Castigos espirituales: La Iglesia también jugaba un rol. No pagar el diezmo podía llevar a la excomunión, lo que significaba quedar fuera de la comunidad cristiana y, según las creencias de la época, arriesgar la condenación eterna.
Hacienda, desde 2014, está siendo obligada (en muchos casos aún no ha devuelto los ingresos indebidos, lo que conllevará un mayor gasto público en intereses) a reintegrar a empresas y particulares 22.552 millones de euros por sentencias judiciales contrarias.
En resumen, los impuestos medievales eran una mezcla de explotación económica y control social, recaudados con métodos rudimentarios pero efectivos, y respaldados por castigos que aseguraban la sumisión.
Recientemente se ha sabido que la Justicia está obligando a la Hacienda de Sánchez y Montero a devolver lo recaudado por decenas de figuras no ajustadas a derecho. Hacienda, desde 2014, está siendo obligada (en muchos casos aún no ha devuelto los ingresos indebidos, lo que conllevará un mayor gasto público en intereses) a reintegrar a empresas y particulares 22.552 millones de euros por sentencias judiciales contrarias.
En los últimos años, los tribunales han venido suspendiendo y/o revocando un puñado de impuestos que fueron aprobados por que sí, bien acortando los trámites parlamentarios, por supuestas urgencias presupuestarias inaplazables o, en la mayoría de los casos, por compromisos del gobierno para mantenerse en el poder.
Pinocho Sánchez se centra en el corto plazo (cada día que se mantiene en el poder es un éxito para él). En el tema de los impuestos debe haber pensado algo parecido a: “los masacramos a impuestos (sean legales o no) y el gobierno que venga detrás que arree con las devoluciones, ¡a mí qué más me da, ya no estaré!
Ahora sólo cambia la denominación: antes siervos, ahora “obligados tributarios».
En resumen 2: los impuestos de Sánchez/Montero son, como en la Edad Media, una mezcla de explotación económica y control social, son recaudados, con métodos modernos y tecnológicos, con gran efectividad y respaldados por castigos (inspecciones a mansalva, multas millonarias, controles por doquier, etc.) que aseguraban la sumisión. Ahora sólo cambia la denominación: antes siervos, ahora “obligados tributarios”.