Maribel Pintos fue cesada, en la mañana de ayer lunes, como presidenta de la Fundación Melilla Ciudad Monumental, en concreto por parte de su Consejo Rector y de la Comisión Ejecutiva, y su puesto será ocupado por Betlem Planells Compte, que hasta ahora desempeñaba la función de restauradora de documento gráfico en el Archivo General de la Ciudad. Pintos ha estado al frente de Melilla Monumental durante casi cuatro años e indicó que tras su cese, por parte del Ejecutivo Local, ha llegado el momento de la jubilación, a sus 68 años de edad, después de haber dedicado 44 años a la actividad profesional. No obstante, avanzó que no se retirará del todo, pues en breve emprendará un nuevo proyecto, “bastante interesante” para ella, junto a personas a las que “le apasiona el patrimonio y la historia de Melilla”. -¿Qué valoración hace de su cese?
No puedo valorar mi cese, pero sí mi gestión durante estos tres años y ocho meses. Yo soy enfermera, pero he trabajado toda mi vida en la gestión, y desde entonces he ido pasando por distintos cargos, pero siempre he procurado llevarme lo mejor posible con todo el mundo, pero en la Fundación Melilla comencé una etapa nueva, después de cinco años como directora general en la Residencia de Mayores, por lo que siempre he estado preparada para la gestión y eso me ha ayudado mucho. Soy una enamorada de mi tierra, de mi patrimonio, de mi historia y de mis costumbres, así que me dieron esa oportunidad, concretamente el ex presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y luego el nuevo Gobierno Local, que también me nombró.
Me llevo todo lo bueno, con todo lo que he aprendido en la Fundación, que ha sido mucho, y la satisfacción de los visitantes a El Faro de Melilla y Melilla La Vieja, con ese abrazo de personas mayores, comentándome que nunca habían tenido la oportunidad de realizar estas visitas. Estoy muy agradecido a todas esas personas que me han ayudado. La consejera comentó ayer que mi labor la he realizado con cariño y apremio, y también se han despedido de mí, mostrándome todo su cariño, diferentes directores generales, capataces, peones…, pues se despedían de Maribel Pintos, no de la presidenta de la Fundación. Le estoy agradecido a todo el mundo y que nadie dude, que como melillense y ahora con mucho tiempo libre, porque me jubilo después de 44 años de trabajo, tengo 68 años, que voy a seguir trabajando por nuestro patrimonio, por nuestra historia y por nuestras costumbres.
-¿Se esperaba el cese?
Sí, puesto que abiertamente me lo habían dicho hace poco. Cuando libramos la Fundación, que era mi primer objetivo para que no se cerrara, todo el mundo me llamaba y me daba la enhorabuena. Por entonces, sabía que habían personas que estaban detrás de ese cargo, pero he recibido la felicitación de mis compañeros del Partido Popular y del propio presidente de la Ciudad, y de componentes del Gobierno Local. Lo he intentado hacer lo mejor posible.
-¿Le hubiera gustado continuar?
Sí, ya que me voy con muchísimos proyectos por cumplir. Se había hablado de cambiar unos estatutos, aunque eso ya lo dije cuando llegué al cargo, aunque se ha comentado que no he cumplido con el ochenta por ciento de los objetivos, pero me va a perdonar quién haya dicho eso, que no es cierto. Lo único que quería es contratar a un técnico en matrimonio, pues la presidenta no creo que tenga que ser una experta en matrimonio, pues su función no es ser técnica, sino representar a la Fundación. Me han faltado dos años para terminar con esos grandes proyectos que tenía en mente, pero se harán desde otro lugar.
-¿Qué le parece su sustituta?
La conozco como técnica. Trabajé con ella y le encargué un trabajo que se hizo a la entrada del Hospital de El Rey, pero como gestora no la conozco, aunque dicen nuestros evangelios que por tus hechos se te conocerá, y por tanto habrá que conocerla, ver cómo trabaja y cómo realiza su labor.
-¿Se marcha satisfecha de su gestión?
Sí, pues para mí ha sido muy enriquecedora. Me voy con una gran experiencia y además he estudiado mucho, pero aparte de la experiencia en cuanto a patrimonio e historia, está la personal. Estoy muy formada en relaciones humanas y considero que la Fundación es nuestra mejor tarjeta de presentación. Tiene una labor de protocolo fortísima, pues es muy distinto hacer una visita turística que participar en la Fundación. Además, el trabajo en equipo es importantísimo.
-¿Cuál ha sido su mejor proyecto?
Han sido muchos. La Fundación tiene una función social con Melilla La Vieja y tenía encargado un estudio para saber qué tipo de población tenemos y el plan social que hay, pero luego hemos tenido muy buena experiencia con las visitas a El Faro, pues antes no se visitaba ni tampoco su terraza. También hemos tenido las visitas de los diferentes Ministerios y el recuerdo que nos han dejado en el libro de firmas. Me llevo mucho y no podría resumirlo en una pequeña frase.
-¿Por qué el nuevo Gobierno quiso prescindir de la Fundación y finalmente decidió que continuara?
Esa fue una lucha mía porque no la conocían y trabajé mucho en ello con la consejera de Cultura. Les quería hacer saber lo que realmente es la Fundación porque no conocían sus estatutos y la capacidad que podía tener en cuanto a subvenciones, incluso privadas. Por eso, digo que eran muchos los proyectos y estudié muy bien los estatutos, aunque no he podido desarrollarlos todos. Partir de cero, siempre es muy difícil y en estos tres años y medio tenía muy claro que debía cumplir los estatutos y el cambio tan radical que había que hacer. Lo importante de mantener al pueblo en sí, es que nosotros vigilamos a diario y de todo ello se mandan partes, pero también había que estar muy encima para que esos partes se cumplan.
Es un trabajo muy delicado y de mucha entrega, pero eso para mí ha sido fácil porque yo he sido supervisora en quirófano durante 20 años. Yo estoy acostumbrada a eso y hasta de madrugada he recibido llamadas del guardia jurado de Plaza de Armas, informándome que se estaban colando personas. Me duele marcharme, más que por el cese, por dejar a los profesionales de la Fundación, que se han portado muy bien, hasta en los peores momentos, en los que hemos sido una piña en este último año, con un presupuesto para solo seis meses, en los que había que pagar los contratos de todo el personal y lo hemos podido hacer hasta el mes de octubre, aunque el 29 de diciembre llegaron los 140.000 euros, pero no me ha dado tiempo a hacer nada. Esa es mi pena, pues me voy sin poder ejecutar esa cantidad de proyectos que tengo en mente, pero he tenido un equipo humano impresionante para poder realizar esa buena gestión que todo el mundo comenta que he realizado. Para mí, el trabajo hay que combatirlo en hogar y en familia, y se ha realizado desde los guardias jurados, las azafatas, las barrenderas, los encargados hasta los directores generales. Es una gran familia.
-¿Y por qué es necesaria la Fundación?
La Fundación es necesaria porque no todo el mundo conoce su historia, aunque hemos sacado diferentes artículos sobre ello. No nace para actos culturales, pues para eso está Cultura, pero sí cuando termina el PERI (Plan Especial de Reforma Interior del recinto histórico-artístico de la ciudad antigua) y hay que cuidar todo su patrimonio. Entonces, esa es la esencia de la Fundación. A lo mejor vas a una comisión de patrimonio y nos preguntan por qué hemos rehabilitado primero la Casa del Reloj, si a lo mejor era necesario hacer otra cosa, como la cúpula de la capilla de Santiago, que se está cayendo. Para eso está la creación de las comisiones técnicas, en las que la Fundación vela a diario, callejea toda Melilla La Vieja y elige las necesidades.
-¿Cuáles serán ahora sus próximos proyectos?
Eso no lo voy a contar todavía, pero es un proyecto que me ilusiona y además voy a seguir rodeada de personas muy queridas, como es Isabel Migallón, a la que no conocía, pero se me cruzó en la vida. Ha sido nuestra historiadora y nuestro pilar, en el que ha trabajado Jesús Sáez. No quiero que se me olvide nadie, pero es un proyecto bonito y sobre todo con gente que quiere a nuestro patrimonio e historia.
-¿Tendrá que ver en algo con el Gobierno Local?
No, no tiene nada que ver con la política.
-Se retira después de una gran trayectoria profesional, tras dedicar 44 años a la vida laboral. ¿Qué puede destacar?
Son muchos puestos los que he desempeñado, ya que soy una persona muy activa y me he movido mucho en el ámbito sanitario y educativo. Yo soy enfermera de profesión y empecé a trabajar en La Cruz Roja, y enseguida me nombraron supervisora de quirófano. Luego se me brindó la oportunidad de montar los quirófanos y el servicio de esterilización del Hospital Comarcal, donde pasé a ser jefa de área durante dos años, hasta que presenté mi dimisión, ya que hubo un cambio de dirección y volví como enfermera de quirófano. Pasé a ser enfermera de urgencias, de consultas externas y del centro de salud. También hice un curso de enfermería comunitaria y fui nombrada coordinadora en el Centro de Alfonso XIII. Posteriormente estuve cinco años en la Residencia de Mayores como directora gerente y finalmente presidenta de la Fundación Melilla Ciudad Monumental. Ha sido una carrera muy bonita, en la que he disfrutado mucho, y doy gracias a Dios porque he tenido muchas oportunidades. También he pertenecido a la Asociación Contra el Cáncer y a la Asociación de Diabéticos, pero además sigo siendo presidenta de CONCAPA (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos en Melilla), ya como abuela, y miembro del Consejo Escolar del Estado y presidenta de la Asociación de Padre de Alumnos del Buen Consejo de Melilla.