Jamás nos pudimos imaginar un adiós tan inesperado como este. Fuiste una mujer luchadora, honesta, trabajadora, que te entregaste siempre en cuerpo y alma a tu familia y repartiste hasta tu último día todo el amor que te cabía en el corazón a los tuyos. Siempre entregada, preocupada de que todos estuviéramos bien, y haciendo siempre las cosas con una generosidad de las que pocos pueden presumir. Has formado una familia preciosa, junto a tu querido Antonio, que lleva enamorado de ti desde que apenas eráis unos niños. Una familia compuesta de luchadores, fieles y que llevan en su ser todo lo mejor de ti. Tus hijas e hijo son el reflejo de tu alma. Son unión, fuerza, corazón… Son entregados a los demás. Son lo que has creado. Tus nietas, criadas con los valores que siempre has enseñado, han sido siempre tu mayor tesoro. Tus biznietos, tu locura y tu pasión, tu sonrisa y tu alegría. Te entregaste a tus hijos así como te entregaste a tu madre, nietos y biznietos. Te encantaba mantener a la familia unida y cocinar para todos, solo para vernos a todos reunidos. Marchaste joven a Barcelona, en busca de un mejor futuro para tu familia. Allí fuiste una de las mujeres trabajadoras y luchadoras de la época para que a tu familia no le faltara de nada. Volviste a tu Melilla natal con tres hijos, para montar la famosa carnicería Miró junto a tu Antonio, con el que además de ser un matrimonio envidiable, hacías un gran equipo de trabajo. Con el paso del tiempo te harían abuela y bisabuela, pero a la vez madre de todos. Mama, así te llamábamos todos, porque así nos lo hacías sentir. Te has marchado pronto, de manera inesperada y dolorosa, pero nos reconforta saber que nos estarás cuidando y muy pendiente de todos nosotros, y que la luz que desprendían tus ojos ahora la veremos reflejada en las estrellas. Descansa mama, porque te lo mereces, por haber dado tanto a cambio de tan poco. No te vamos a olvidar nunca, te queremos mucho, te amamos y te tenemos presente en cada momento. Tu Antonio, tus hijos, tus nietas y biznietos te llevaremos siempre en el corazón.
Meritxell Royo García