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El Torreón del Vigía

La elegancia de llamarse Arturo

En la maleta de aquel viaje a Madrid llevábamos también la ilusión de ir a ver a Arturo Fernández a ese Teatro junto a la Glorieta de Iglesia. Un café a media tarde fue la excusa para llegar temprano y observar como se iba llenando el patio de butacas mientras escuchabas las anécdotas de otras obras suyas en la memoria colectiva. La comedia llegó luego pero antes fue el primero que trajo a España a Tennessee Williams en “Dulce pájaro de juventud”, donde en un dialogo con otra grande de las tablas, Amelia de la Torre, decía Arturo “… Princesa la edad de algunas personas solo puede calcularse por el grado de corrupción que existe en ellas”.
Había murmullo en la sala, llegaban grupos y todos deseábamos que aquel telón se elevase para, a media luz, comprobar una cuidada, actual y elegante arquitectura de interior. Daba igual esa barra de un elitista club donde una mujer con un cigarro en sus manos seguía buscando alguien que la escuchase y le diese el valor que como ser humano merecía. Lo fácil era eso que usted y yo pensamos, pero Arturo con el saber estar, la educación y su tarjeta de visita en forma de vestuario hizo lo que pocos alcanzan. En un programa de televisión le preguntaron al actor ¿quien seduce? y el sin mover ni un pelo de su cuidada cabeza respondió, siempre lo hace la mujer, ella nos hace creer que nosotros seducimos, pero no es así. Planteeselo sea del sexo que sea y ahí hallará respuesta. ¡Que difícil es llevar una obra como él lo hacía!. Solo verlo en escena llenaba y arrancaba la admiración en forma de sonrisa o de silencio. En “Alta seducción”, junto a su fiel partener, Carmen del Valle, no solo, y de nuevo, hacia suyo el personaje sino y lo mas importante transmitía un mensaje moral cuando todo se inclinaba a la superficialidad de la caza entre humanos. Sin Carmen, pese a el, nada hubiese sido lo mismo. Esa actriz de teatro clásico que, como ella misma reconoció, ni sabía que era la alta comedia ni usar tacones, pero ese bar del Palace, como en tantas ocasiones, hizo lo demás. Ella lo llama flechazo, Arturo simplemente le dijo, “me basta verte entrar para saber que lo vas a hacer maravillosamente bien”. Diez años separan aquel y ese último momento encima de las tablas de un teatro de Bilbao en Marzo de este año. “No podía con el alma, pero salio a escena y se vino arriba”, así lo describe la ovetense, Carmen del Valle. Y la obra siguió, Arturo siempre nos hizo felices y desde arriba, sentado, tomando una copa o sin mas traje que su piel, fue enseñando. Teníamos la sensación de verle por última vez y disfrutamos tanto o mas que en aquella “Montaña rusa” o con las lecciones al joven seminarista en “Enfrentados”. Mientras en series como “Truhanes” o “La casa de los líos” nos hizo igualmente felices. La radio me trajo la triste noticia del adiós y oré por el maestro de la interpretación. Gracias Arturo, irrepetible, lo que sentimos queda para nosotros.nosotros.

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