El rincón de Aranda

El histrionismo de la portavoz de la Generalidad de Cataluña

Meritxell Budó, que es como se llama esta portavoz, ha tenido un encontronazo con la prensa negándose a responder a una pregunta formulada en castellano alegando que la “norma de la sala” era repetir en esta lengua únicamente repuestas previamente hechas en catalán. Al final ha acabado aceptando la pregunta lanzada en castellano por la periodista, tras explicar que su equipo le había trasladado que las respuestas en castellano se ofrecen en los últimos 10 minutos de la rueda deprensa. ¿No sienten ustedes un poquito de vergüenza ajena?: pues yo sí. Pese al rifirrafe, la buena señora ha acabado contestando a las preguntas formuladas, pero siempre en el idioma del gran Maragall (el abuelo del actual independentista). Esta señora, elegida por Joaquín Torra, se ha visto envuelta en varias polémicas, la última cuando hace dos semanas no fue capaz de explicar por qué aseguraba que el independentismo había ganado las elecciones en Barcelona. Por eso esta gente no sabe cuando hay que obedecer a las palabras: “arreee”, o “sooo”. Hace tiempo un amigo me “recriminó”, al comentar un tema sobre la Generalidad de Cataluña, diciéndome que no se pronuncia Generalidad, sino “Generalitat”; o sea que quería que yo la dijera en catalán: “Yerenalitat”, lengua que siento no saber expresarme en ella como del esperanto, o el suajili. Entonces le respondí, preguntándole cual era la capital de Inglaterra, y respondióme que era Londres; y por qué era Londres y no London, que es su nombre en inglés, como Antwerpen en flamenco y Amberes en castellano. No es que estuviera apabullado, porque el tío es un güevón, sino que le pillé de sorpresa con mis preguntas las cuales, me dijo, que había que matizarlas un poco. Ésta respuesta me obligó a mirarle sonriente, y también con la guasa de dos amigos que saben que uno de ellos no lleva razón. Imaginen quién la tenía. “Senti carter ¿té alguna cosa per a mi?”: “Oiga cartero ¿tiene algo para mi?”. A ese cartero no le molestaba que le preguntasen en catalán, ya que lo entendía a medias; lo que ya le jodía era que, sin respeto alguno, siguiera la conversación en catalán. Un día, la señora cogió un mosqueo de cojones, cuando el cartero se atrevió disculparse porque no la entendía. Entonces le dijo: “Mira noi el primer que has de fer és aprendre català perquè per a això vius a Catalunya; i has agrair-nos que estàs menjant aquí”; que traducido al castellano: “Mira chico (lo tuteó) lo primero que debes hacer es aprender catalán porque para eso vives en Cataluña; y debes agradecernos que estés comiendo aquí”. Entonces el joven funcionario postal, con su bigotito de morsa, sus ojos burlones, y dientes de arroz le espetó, que su sueldo provenía del Mº de la Gobernación, (entonces Correos pertenecía a ese Ministerio), así que era ella la que debía agradecerle su estancia en Cataluña, ya que comía, vestía, calzaba, cagaba, meaba, y también bailaba en sus salas de fiestas (ahora discotecas), gracias al salario que le llegaba de Madrid, y que como ciudadano de Barcelona, «Papa Estado», vía Presupuestos Generales del mismo, le “endiñaba” por su humilde persona, algunas pesetitas, al Ayuntamiento de la ciudad. El cartero decía que la señora era charnega-cuchichí (mitad y mitad), y que jamás volvió a preguntarle nada. Un compañero jubileta, me comentaba, que en la actualidad, cuando pasea por Barcelona, ve una ciudad amable y culta, como siempre ha sido, pero es como si se paseara por el Berlín Oriental, en los años 60, con la omnipresente Stasi, (policía secreta de la R.D.A). También me decía que es como el Berlín de 1935, que era maravilloso, cuando en la periferia se hacían pintadas en los comercios de los judíos, como en este caso, en Barcelona, de apellidos inmigrantes-charnegos.

Por otra parte, aunque no soy licenciado en medicina, y menos en diagnósticos de enfermedades intestinales, me atrevería decir, que viendo el careto de la portavoz de la Generalidad, enfrascada con los periodistas, pensé que padecía de un estreñimiento catalanista-patriotero. Y eso, si me lo permite, quizás sea debido a que padece de almorranas, con «espasmos dolorosos republicanos», prolapsadas a través del ano, que para su evacuación, sin esfuerzo alguno creo que debe leerse algunos artículos de la Constitución, que por el espacio en estas páginas no voy a transcribirlos. Le garantizo que no le haría ninguna falta la ingesta de pastillas Thrombescina, ni la pomada Hemoal, para su anillo de cuero.
¡Ah!, y quede meridianamente claro que lo de ser español (sic), lo digo con toda la carga que llevo de “rojerío”, y sin un ápice de “facherío”.

Josep Pla, escritor y periodista en castellano y catalán, sostenía que los catalanes tenían suficiente con ser catalanes, y que el nacionalismo había que dejarlo para la “charnegos”.

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«Enshittification» y «Weaponification» en Melilla: Reflexión sobre los ataques a Guelaya-Ecologistas en Acción Ricardo Dominguez Llosa El pasado 19 de diciembre de 2024, Juan Carlos Montoya publicó un artículo titulado en Tribuna de opinion, en el que vertió duras críticas hacia la asociación Guelaya-Ecologistas en Acción, una ONG que lleva años trabajando de manera activa y comprometida en la defensa del medio ambiente en Melilla. Este tipo de ataques no solo desvirtúan el trabajo de una organización que ha demostrado con hechos su compromiso con la sostenibilidad y la justicia climática, sino que también representan un fenómeno más amplio y preocupante que podríamos calificar como «enshittification» y «weaponification» del discurso público. ¿Qué significa «Enshittification» y «Weaponification»? El término «enshittification» se utiliza para describir el proceso mediante el cual algo que inicialmente tiene un propósito positivo o constructivo se degrada hasta convertirse en un espacio o herramienta tóxica. Por otro lado, «weaponification» hace referencia a la instrumentalización de ciertos discursos o ideas para atacar, desacreditar o deslegitimar a individuos o colectivos. En este caso, ambos conceptos parecen aplicarse al contexto de las opiniones vertidas por Montoya, que no solo atacan sin fundamento a Guelaya, sino que también reflejan una tendencia preocupante hacia la polarización y la desinformación en temas tan cruciales como el cambio climático y la protección medioambiental. Guelaya-Ecologistas en Acción: Una labor encomiable Guelaya-Ecologistas en Acción lleva años trabajando en Melilla para promover la sostenibilidad, proteger la biodiversidad local y concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de actuar frente a la crisis climática. Su labor incluye actividades de reforestación, limpieza de entornos naturales, campañas de sensibilización y propuestas de políticas públicas orientadas a la sostenibilidad. Estas acciones no solo benefician al medio ambiente, sino que también contribuyen al bienestar de la comunidad melillense. La ONG forma parte de una red nacional de Ecologistas en Acción, que se rige por principios de transparencia, participación y rigor científico. Sus informes anuales y actividades están respaldados por datos y análisis que buscan incidir en la toma de decisiones políticas y sociales. El ataque de Montoya: Una crítica sin fundamento En su artículo, Montoya recurre a un lenguaje incendiario y descalificativo, calificando a los miembros de Guelaya como «provincianos», «terraplanistas» y «negacionistas del cambio climático». Estas acusaciones no solo son infundadas, sino que también resultan irónicas, dado que Guelaya ha sido una de las voces más activas en Melilla en la lucha contra el cambio climático. Este tipo de críticas parecen más bien una estrategia para desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la ciudad, como la falta de políticas públicas efectivas para abordar la crisis climática o la degradación de los espacios naturales. Al atacar a quienes trabajan por el bien común, Montoya no solo desacredita su propia posición, sino que también contribuye a perpetuar un clima de desinformación y hostilidad que dificulta el progreso colectivo. No matar al mensajero, pero sí escuchar el mensaje El título del artículo de Montoya, resulta paradójico, ya que su texto parece precisamente un intento de desacreditar al «mensajero» que trae un mensaje incómodo pero necesario: la urgencia de actuar frente a la crisis climática y la necesidad de proteger nuestro entorno natural. En lugar de atacar a quienes trabajan por el bien común, sería más constructivo abrir un diálogo basado en el respeto y la evidencia científica. La crisis climática es un problema global que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad, y descalificar a quienes están en la primera línea de esta lucha solo nos aleja de posibles soluciones. Reflexión final El caso de las críticas de Montoya a Guelaya-Ecologistas en Acción es un ejemplo de cómo el discurso público puede ser utilizado de manera tóxica para atacar a quienes trabajan por el bien común. Sin embargo, también es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de defender a las organizaciones y personas que, con esfuerzo y dedicación, luchan por un futuro sostenible. Es fundamental que, como sociedad, aprendamos a distinguir entre las críticas constructivas y los ataques infundados, y que apoyemos a quienes, como Guelaya, dedican su tiempo y energía a proteger el planeta y garantizar un futuro mejor para todos. En un mundo donde el cambio climático es una realidad innegable, no podemos permitirnos el lujo de desviar la atención de los problemas reales con discursos vacíos y descalificaciones sin fundamento.

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