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Crónica de Sucesos

Tristes consecuencias de un fuerte temporal

"Intrépidos reporteros siempre a la caza de una nueva noticia, sin escatimar esfuerzo alguno. Grandes redactores que plasmaban en sus páginas todo cuanto sucedía en la ciudad y sus alrededores. Así lo contaron ellos y tal cual vuelven a ser noticia." El mar, o la mar, como suelen denominar a esta gran masa de agua, las personas que a ella han dedicado su vida, hay quererla y temerla con la misma proporción. Sentarse frente a ella al amanecer o al atardecer es un verdadero deleite para los sentidos. Pero también hay que decir que si hay el menor indicio de un posible empeoramiento del tiempo es demasiado arriesgado salir a faenar o a pasear en barco porque se puede correr el grave riesgo de no regresar. Cuidarla y respetarla deben ser premisas en la vida de todo ser humano.

A continuación una historia ocurrida en 1921 con un final quizá previsible, pero no por ello triste y lamentable:

El Telegrama del Rif de 22 de marzo de 1921

Dos naufragios en Mar Chica ocasionan ocho víctimas

Viento huracanado

En las primeras horas de la madrugada del domingo, empezó a soplar fuerte viento de levante, que aumentó considerablemente hasta convertirse en verdadero huracán. Poco después, la sirena del vapor "Trial", atracado a la primera rama de los muelles de ribera, se dejaba oir con gran insistencia, demandando auxilio. La marejada, que era muy intensa, le obligaba a dar pronunciados bandazos, poniendo al buque en difícil situación, dado el reducido calado que allí hay. Parece que esta contingencia no era ignorada del capitán del "Trini".

Con gran premura, el práctico de servicio, don Roberto Orell, pasó a bordo del "Trini", y después de hábiles y rápidas maniobras, logró llevarle a fondeadero más seguro.

Mientras esto sucedía en el dique Villanueva, el viento, cada vez más intenso, ocasionaba dos naufragios y ocho víctimas en Mar Chica, de cuyo trágico suceso vamos a dar cuenta.

Frente al "Árbol Santo"
Cerca de las nueve de la mañana del domingo, el bote de pesca de los hermanos Antonio y Ramón vera, que poco antes había salido de Nador para dedicarse en la Mar Chica a sus habituales faenas, al pasar frente al lugar denominado "Árbol Santo", descubrió a varias personas que, asidas a las bandas de una embarcación medio hundida, luchaban por mantenerse a flote.

El bote de los hermanos Vera, se acercó cuanto pudo a la embarcación zozobrada y con algunas dificultades logró poner en salvo a los náufragos, trasladándoles a Nador.

Eran éstos, la vecina de Melilla Josefa González, de 50 años de edad, un paisano llamado Ángel Martínez que habita en la calle de Andalucía núm. 16 y cinco indígenas.

Lo que dicen los náufragos
Los salvador por la barca de los hermanos Vera, al llegar al vecino poblado, fueron objeto de extremadas atenciones por parte de las autoridades, y de los vecinos que de su llegada tuvieron noticia.

Un tanto repuestos de los sufrimientos pasados, los naufragos relataron lo ocurrido:
Cerca de los ocho de la noche del sábado, dos cárabos, uno cargado de carbón y otro de leña, salieron del zoco del Arbaa de Arkeman, con rumbo a Melilla.

La embarcación cargada de carbón, iba tripulada por seis indígenas, llevando como pasajeros a Josefa González y Ángel Martínez. La otra la tripulaban ocho moros.

A media noche y cuando navegaban cerca del "Árbol Santo", el furioso vendaval las dejó sin gobierno, echándolas a pique después.

Josefa González, Ángel Martínez y cinco indígenas, lograron asirse a las bandas del cárabo, y en esa angustiosa situación continuaron hasta las nueve del día siguiente, que fueron divisados y puestos en salvo por la barca de los Vera.

Sin fuerzas para seguir manteniéndose a flote, la pobre Josefa González estuvo dos veces a punto de hundirse en el abismo, siendo retenida, primero, por Ángel Martínez, y después por los indígenas supervivientes del naufragio. Del cárabo en que viajaba Josefa y Ángel, se salvaron todos sus tripulantes, excepto el hijo de Hamed Ben Kaddur, jefe de Beni Sicar.

Ignoraban la suerte que hubieran podido correr los ocho tripulantes del otro cárabo.

Otros auxilios
Los hermanos Vera pusieron lo ocurrido en conocimiento de las autoridades de Marina.

Después de tomarles declaración, el comandante de la "Cartagenera" señor Cano, que actuaba de juez, salió para el lugar del naufragio, encontrando al bote sumergido a la altura de los pozos de Aoglat.

Sobre el mar flotaban restos de las embarcaciones perdidas y del cargamento que conducían.

Antes de regresar a tierra, el comandante de la "Cartagenera", montó un servicio de vigilancia en los lugares próximos al naufragio.

Cargamento macabro
Ayer, la policía indígena que presta servicio en Nador, a las órdenes del activo capitán señor Jiménez Ortoneda, recibió aviso de la llegada de un cárabo, conduciendo cinco cadáveres.

El capitán Jiménez Ortoneda se trasladó inmediatamente al lugar donde había fondeado la citada embarcación, interrogando al patrón de la misma, que es Ben-Aisa Ben Mimun Bel Hach.

Este manifestó que por la mañana había salido de la Segunda Caseta, con rumbo al Zoco del Arbaa de Arkeman. No lejos del lugar donde naufragaron la madrugada del domingo los dos cárabos, encontró la vela de uno de éstos. Practicando un minucioso reconocimiento, descubrió la embarcación, que se halla hundida a unos cuatro metros, y cercad, de ésta los cadáveres de los cinco indígenas, que con grandes dificultades pudo extraer. Son los de los tripulantes del cárabo cargado de leña, que zozobró la noche anterior.

Avisado por la policía indígena, se presentó en Nador, el comandante de la "Cartagenera", procediendo a las diligencias de rigor en estos casos. Los cadáveres recibieron sepultura en el cementerio musulmán de aquel poblado.

Vigilancia en la playa
El capitán de la policía señor Jiménez Ortoneda, ha montado un servicio de askaris en la playa, por si aparecen los cadáveres de los otros tres indígenas ahogados. Además de recoger y custodiar el carbón, leña, y demás efectos, procedentes del naufragio, que las olas arrojan a la playa.

Continuaron las noticias referentes a este tema, siendo incluidas en el periódico del día siguiente:

La Cartagenera pone a flote un cárabo
En las primeras horas de la mañana de ayer, la lancha de guerra "Cartagenera", que manda el alférez de navío Sr. Cano, abandonó su fondeadero, efectuando un detenido reconocimiento por Mar Chica.

Después de incesantes pesquisas, encontró sumergido casi por completo, el cárabo cargado de leña y tripulado por ocho indígenas, zozobró la madrugada del sábado, frente al lugar llamado el "Árbol Santo".

Los tripulantes de la "Cartagenera", hábilmente dirigidos por su comandante, señor Cano, lograron poner a flote la embarcación, remolcándola hasta Nador, donde le será devuelta a su dueño.

No han podido ser encontrados todavía los cadáveres de los tres infelices tripulantes del cárabo desaparecidos.

Los náufragos que llegaron al vecino poblado a bordo de la barca de los hermanos Vera, están siendo atendidos por las fuerzas de la segunda mía de la Policía Indígena, que manda el capitán Sr. Jiménez Ortoneda. Esto les ha facilitado ropas y comida.

Los indígenas hacen grandes elogios de las autoridades españolas, que con tanto interés vienen atendiendo desde los primeros momentos. Han hecho extensiva su gratitud a cuantas personas se han preocupado de su suerte.

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