Fue entre nosotros, un ser humano que dejó una imagen serena, trabajadora y bondadosa en el difícil y siempre complicado mundo del comercio. Dejó este mundo a una edad plenamente ilusionada, después de atravesar una dura prueba, donde puso de manifiesto su indiscutible calidad humana y profundamente religiosa.
Su recuerdo forma parte de mi vida, pues la suya, muchas veces, sirvió de ejemplo a la mía, ya que no fue un conocido más, sino un amigo sincero, que a pesar de todas las interferencias que el vivir supone entre los demás, el, siempre supo tener una sonrisa en sus labios y una mirada fraterna en sus ojos ajena al rencor y la venganza.
AYU, fue un niño grande que jugó a vivir en una ciudad pequeña y en ella dejó no solo su vida, sino lo mejor de ella. Y en esa entrega, es donde ha quedado vivo para siempre.
Buenos dias y buenos recuerdos