El espacio de Aranda

Sobre “El autobús de la desvergüenza”

Por lo visto existen miles de personas que ya han firmado una carta exigiendo la retirada “inmediata” de ese autobús. En la misiva, dirigida al Ayuntamiento de Madrid y otros organismos políticos, y judiciales, dice que: “…es la excusa perfecta para esos acosadores crueles, (yo digo hijos de puta) que se verán amparados para seguir haciendo imposible la vida a esos pequeños valientes”.
Personalmente creo que el anuncio en ese autobús, es una agresión a los derechos de los menores transexuales, que algunos “Homos Neanderthalensis Ultracatólicos”, les cuesta aceptar la erradicación de esas actitudes tan retrógradas en los tiempos en que vivimos. Con el poder tan “paternalista”, que esconden en esas siniestras y oscuras catacumbas, como son los valores de tolerancia, y el respeto a la diversidad (sic), donde algunos les da miedo entrar, creo que es lo único que desean.

Decía Pedro Zerolo, que en el modelo de sociedad que esta gente, tan católica y tan cristiana, predican, él no encajaba, pero en la suya sí que cabían todos ellos. También refiriéndose a la homosexualidad, decía que: “… los homosexuales no son orientaciones sexuales que van vagando por el espacio sideral: son nuestros vecinos, nuestros hermanos, nuestros compañeros de trabajo, son como usted y como yo”. Y yo añado que la homosexualidad es tan natural como la heterosexualidad; porque se da en la naturaleza y entre los seres inteligentes. Lo antinatural es reprimir los sentimientos, las emociones, y el pulso sexual del ser humano. Por ello debemos, entre todos construir una sociedad fomentando la diversidad y la pluralidad.

José Miguel Monzón, más conocido como “Gran Wyoming”, presentador de la Sexta, le ha hecho una réplica a esta gente, con otro autobús, en el que se puede leer: “La identidad de género no se elige, que no la elijan por ti”. Y finaliza con un irónico “Hazme Reír (en referencia al nombre de la plataforma). Que los ultracatólicos nos perdonen”.

Fíjense lo fácil que es que nuestros niños, y niñas, crezcan en libertad y sin odio.

Imagínense que algunos de los hijos de esta gente, sean homosexuales, y que estén sufriendo en silencio la intransigencia de sus padres, y el entorno de sus familias, tan cristianos y tan católicos, ellos. Pues que les deseo, a estos jóvenes claro está, que procuren por todos los medios a su alcance, su felicidad personal.

Voltaire, que escribió obras en contra de los clérigos fanáticos decía, que las ciencias, las artes, y la industria (y la buena educación laica, digo yo), debieran ser más importantes que los prejuicios y las supersticiones de cualquier religión.

Hace algunos años en réplica a una señora que denostaba a los gays y lesbianas, escribía yo sobre D. Miguel de Unamuno, el que fuera una especie de guía de la Generación del 98, junto a sus coetáneos: Ángel Ganivet, Pío Baroja, Machado, “Azorín”, Valle Inclán, que tuvo, llamémosle desliz, de hacer el comentario jocoso sobre Rubén Darío, diciendo que a este se le veían las plumas debajo del sombrero. Entonces el gran poeta nicaragüense le contestó el 5.09.1907: “Es con esta pluma que me quito debajo del sombrero, con la que le escribo. Sus preocupaciones sobre los asuntos eternos y definitivos le obligan a la justicia, y a la bondad. Sea, pues, D. Miguel, justo y bueno”. Eso es poco más o menos, lo que yo aconsejaría a los autores de las frases, tan homófobas, que podemos leer en ese autobús tan vergonzoso: ¡sean ustedes justos y buenos!. Y aparte, como no suelen usar anticonceptivos, les deseo a sus mujeres que den a luz muchos hijos, como unos diez o doce cada una, y entre los cuales, que haya varios gays y lesbianas.

Una de las citas apócrifas que se le atribuyen a aquél filósofo francés, Voltaire, como suya es: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

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