Recuerdos Patronales

Con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Victoria Melilla 2016

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¡Paz y Bien!
Nuevos Recuerdos Patronales comenzarán en esta ocasión con un año de triste remembranza para muchas familias españolas, como fue 1921. Aquí en el norte de África, entre Ceuta y Melilla, perdieron la vida miles de hombres por defender nuestra Bandera. Así, el aquel periódico del 9 de septiembre, se podían leer las siguientes líneas:

NUESTRA SEÑORA DE LAS VICTORIAS
La fiesta de la titular de Melilla nos halla este año en medio del estruendo de la guerra. Otras veces esta época era de regocijo y al lado de los actos religiosos debidos a la Patrona de la ciudad, el vecindario tenía su semana de festejos, como bien ganado descanso en los trabajos de la vida.

Esta vez no lo ha querido la suerte adversa y los festejos se han suprimido, sin que por ello se haya de dejar de rendir culto a la Virgen.
A la vieja iglesia del pueblo alto irá la Junta de Arbitrios bajo la presidencia del general Fresneda y la Virgen de las Victorias no será olvidada a pesar de las circunstancias.
En cuanto a lo profano, ya es sabido que las 25.000 pesetas que en el presupuesto de la Corporación municipal se consignaban para fiestas, han pasado íntegras a figurar en las listas abiertas para donar una máquina de guerra a lo que mejor estime el general Berenguer, s este ejército que tan brillantemente se bate por la Patria.
La Virgen de la Victoria nos dará la que anhelamos y no ha de fallarnos, sin duda. Tenemos la firme resolución de vencer y venceremos…
No será este año alegre la fiesta de la Patrona de la Plaza, pero si digna de ella, y en el viejo templo del pueblo, en el que tantas veces oraron nuestros antepasados, habrá plegarias por el triunfo pronto y definitivo, después la Victoria. de las dedicadas a los que dieron la vida a España en esos campos de ingratitud.

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El viernes 9 de septiembre de 1927 nuestro añorado periódico local publicaba cómo había sido la celebración religiosa del día anterior, festividad de Nuestra Señora de la Victoria:

MELILLA EN FIESTAS
Solemnidad religiosa
Ayer a las diez de la mañana se celebró en la iglesia de la Purísima Concepción, una solemne función religiosa en honor de Nuestra Señora de las Victorias, Patrona de la ciudad.
La imagen, con lujoso mantón de trocado blanco y adornado con profusión de luces y flores, ofrecía bellísimo conjunto.
Ofició el vicario eclesiástico señor Casasola, asistido de diácono y subdiácono, respectivamente por los señores, Ferreira y Lorente.
En el presbiterio tomaron asiento el Comandante General señor Castro Girona y el segundo comandante de Marina señor Cadarso..
Frente a S.E. y en representación de la ciudad ocuparon asientos el Presidente de la Junta Municipal señor Calvo y Vicepresidente señor de las Cuevas y vocales señores Troncoso y Andrés.
Concurrieron a la solemne ceremonia muchas comisiones civiles y militares y numeroso público.
El panegírico de la Virgen, estuvo a cargo del R.P. Enrique de Umbrete, quien pronunció elocuente oración.
La misa de San José, del maestro Tort, fue interpretada por una excelente capilla dirigida por el R.P. Jaime Segura y el músico mayor de la banda de la segunda media brigada de Cazadores señor Fernández Tijero.
Un coro integrado por las bellas señoritas de Morán, La-Gasca, Baena, Salinas, Giménez, Sasgtre, Aranda, Murcia, Sánchez Medina y Álvarez cantó de modo admirable.

La Imagen es trasladada a la Iglesia del Sagrado Corazón.
Finalizada la misa, la imagen de la Patrona de Melilla, fue trasladada con toda solemnidad a la iglesia del Sagrado Corazón.
Llevaba las andas, una sección de la Compañía de Mar, mandada por el alférez Morán (D.Arturo) y sargento Gallego.
Delante de la imagen marchaban los asociados de la Orden Tercera, Apostolado de la oración y Adoración Nocturna.
La presidencia estaba constituida por el Presidente de la Junta Municipal, señor Calvo, vicario eclesiástico señor Casasola y vicario castrense señor Rubio.
Al llegar la comitiva a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús fue recibida con alegre repique de campanas, interpretándose al órgano la Marcha Real.

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ESTAMPAS RELIGIOSAS DE VIEJOS TIEMPOS
LA VIRGEN DE LA VICTORIA, EXCELSA PATRONA DE MELILLA
Por Rafael Fernández de Castro y Pedrera
Cronista Oficial de Melilla
8 de septiembre de 1949

Desde finales casi del siglo XVI se veneraba en Melilla con singular devoción la imagen de María Santísima de la Victoria que hoy luce esplendorosa, y ricamente alhajada, en su camarín del altar mayor del viejo templo melillense de la Purísima Concepción, Iglesia que guarda celosa en sus centenarias criptas los restos gloriosos de unas heroicas y abnegadas guarniciones que puesta su fe en Dios, en su Patria y en su Rey, defendieron al largo de los siglos el glorioso peñón calcáreo que en 17 de septiembre de 1497 conquistaron para la Corona de Castilla y de León, las huestes del Duque de Medina Sidonia Don Juan de Guzmán, dirigidas en aquella histórica jornada por el cauto y diligente don Pedro del Estopiñán, Contador del Duque, y su alcaide de la Villa de Medina Sidonia, perteneciente a la baja Andalucía.
Conquistada por el vasallo del Duque, Don Cristóbal de Aberea, en 1535, la Villa vieja, a la que llamaron Plaza de Armas, fue pronto cercada de murallas para que sirviese de antemural a la Puerta de Santiago y su rebelión, obra ésta del famoso arquitecto militar del César Carlos V, Tadino de Martinengo, más conocido como el Prior de la Barletta, Orden de Malta, fortificación levantada, a su vez, para evitar llegasen extremenciados los que luchaban, a la primitiva puerta de la Melilla musulmana, que es a la entrada del túnel de Santa Ana.
En la Villa Vieja, dentro de una Ermita construida a extramuros de la Plaza fuerte, se rindió primeramente culto a la sagrada imagen de la Virgen de la Victoria, sirviendo su planta de sepultura a cuantos muriendo en las cabalgadas, quedaban sin retirar del campo, y que se recobraban más tarde bien por nueva función de guerra, o por canje de cadáveres enemigos.
Las necesidades de la defensa hicieron necesario demoler en 1604 la primera Ermita de la Virgen, levantándose otra más a cubierto de los fuegos fronterizos, dentro de la misma Villa vieja, segunda Ermita que arruinaron, por idénticos motivos, el 30 de marzo de 1720, para construir otra de nueva planta, que fue la última que allí tuvo la Virgen, pues el año 1741 el Gobernador de la Plaza Brigadier Don Antonio Villalba y Angulo, acordó trasladar la imagen a la Iglesia del Pueblo, al sitio mismo en que hoy se halla, templo donde se veneraban, de muy antiguo, el Santo Cristo de la Vera Cruz, la Virgen del Rosario, que se dice fue regalo de Don Juan de Austria, Nuestro Padre Jesús Nazareno, y la Virgen de la Soledad, imágenes estas últimas que son notable obra de los imagineros andaluces del siglo XVII.
Existen en los Anales de esta Ciudad plurales testimonios que acreditan los grandes milagros obrados por intercesión de la bendita imagen de la Virgen de la Victoria, a la que acudían reverentemente la guarnición y el vecindario en cuantas aflicciones producidas por epidemias, escaseces de víveres, temporales, terremotos y cruentos Sitios, contristaban a los moradores de la Plaza, quedando también consignado que ni en una sola vez dejaron aquéllos de recibir consuelo para sus pesadumbres.
La piadosa veneración que desde muy antiguo sentía Melilla por su celestial Patrona, la expresa el ilustre Juan Antonio de Estrada y Paredes- bautizado en el actual viejo templo melillense el 24 de febrero de 1695- en su curiosa descripción geográfica de España, libro cuyos tres grandes volúmenes, están dedicados a la excelsa Patrona de Melilla, Divino embeleso de los fieles y Consuelo de toda su guarnición.
La fiesta de la Patrona de Melilla, el 8 de septiembre, revistió desde el siglo XVII inusitado esplendor. Llegada que era su víspera, cubrían los balcones de colgaduras, dando ocasión a que el vecindario, luciera en ellos las mejores de sus colchas y reposteros, poniendo el pueblo un muy señalado empeño en festejar solemnemente a su Patrona, dulce consuelo en sus amarguras. Vestían de gala las tropas, y chicos y grandes disponían desde la víspera lo mejor de su ropilla, acicalando las mozas su belleza y asistiendo la población en pleno, al son de las campanas, a las funciones de la Iglesia, donde el Fraile predicador de turno procuraba excitar, si cabe, el fervor delos melillenses, haciéndoles memoria de los numerosos milagros obrados por intercesión de la Santísima Virgen. Y tal era la algarabía y júbilo desbordante de la Plaza durante su Fiesta mayor, que los moros fronterizos se preguntaban, intrigados, cuáles eran los motivos de tanta animación y regocijo, según los disparos de artificio y el constante vocerío y músicas que hasta el campo moro llegaban…
Hasta los mismos “desterrados” tenían libertad ese día para participar en el general contento, pasajera libertad que les duraba hasta la hora del “toque de queda”, en que alzados los puentes, y corridos los rastrillos, se reintegraba la tropa a sus cuarteles, situados en las bóvedas de San Fernando, Florentina, San Juan y la Marina…

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