Fiesta y alegría fueron los ingredientes que todos los vecinos de Corea añadieron ayer a la tradicional paella gigante con la que el barrio pone fin a días intensos de celebración con motivo del día de la Virgen del Carmen. Como todos los años, los ‘coreanos’ demostraron que lo suyo va más allá de una buena vecindad. La amistad y la devoción por la patrona de los marineros unen a quienes viven en este antiguo barrio de pescadores, que festeja por todo lo alto esta efemérides que vivió el sábado su día más importante. Una alegría que comparten y contagian a todo el mundo que se quiso pasar por allí, puesto que no faltó a nadie un plato de delicioso arroz preparado por ellos mismos.