Un rociero dijo: “Estamos esperando saltar la reja. Y que salga la Señora”, refiriéndose a la Virgen del Rocío. Sin la menor duda, esta imagen tiene un gran poder de convocatoria, no sólo religiosa sino también social. Virgen y Señora. Cielo y Tierra. En el sentir popular se unifican y se festejan el sentimiento y la celebración, originan una fuerza…
… desconocida, con la cual se pone de manifiesto, no sólo la fe religiosa de un pueblo, sino también su propia vida. Se canta y se reza. Porque el cante es un rezo y el rezo un cante. Esa alianza o simbiosis, que diluye la apariencia nacida de la mente, situándonos en una dinastía desconocida pero imperecedera. Nos recuerda que esa imagen virginal en cuyo rostro, solo se manifiesta la serenidad sobre todas las cosas, acrecentada por un invisible halo de luz que recompone una mirada y una presencia, en la cual parece aflorar una antiquísima civilización más allá de nuestra historia, más allá de nuestro tiempo, como una especie de rocío primaveral, en el amanecer de nuestra existencia.
“Estamos esperando saltar la reja”. Dijo el rociero. Algo más allá de su significado llevaba en sus palabras, porque “saltar la reja” también pudiera ser “salir del cuerpo” para que salga la Señora, ya que esa “Virgen” tan rezada y cantada, también pudiera ser el alma de cada uno de nosotros, que como una Blanca Paloma espera unirse un día con su “Sin Pecado” para poder trascender de esta marisma hacía los cielos añorados de alguna Primavera.
Buenos días.