Atril ciudadano

Carta a la música

Querida música yo te diría como Schuman: para mí la música sigue siendo el lenguaje que me permite comunicarme con el más allá. Sí, mi querida amiga, habrá algo más sublime que cuantas veces por tantas circunstancias que la vida nos depara procuro aislarme en una habitación. En suave penumbra y me evado de todo y escucho una música de algún gran maestro.

En esos momentos me ausento de este mundo lleno de contrariedades y si lo acompaño de un buen libro, siento como una elevación y como dice el maestro me encuentro cerca del más allá.

A veces porque soy muy emotiva y escucho canciones que son pura poesía y me emociono y reflexiono que es cierto que lo que no vale la pena ser dicho se canta.

Algunas son maravillosas historias, poca gente escucha estas canciones, son tan bellas que se pueden oír un montón de veces y comprobamos que la música es el verdadero lenguaje universal. Yo aconsejo a los jóvenes que la mejor arma es la música.

Pobre Santa Cecilia que el día 22celebramos su onomástica Cecilia y Cecilio significa
Corto de vista en latín. La santa convirtió su casa en iglesia durante el siglo III y murió sin dejar de cantar. Santa Cecilia de Remiremos. Cuenta que perdió la vista de tanto llorar de felicidad por su amor a la música y sobre todo a Dios.

Y es que la música da tanta felicidad y si estás en la casa de Dios no tiene comparación.

Siempre me produce felicidad recordar que me quedé 30 minutos en la catedral de Notre Dame, fue tan maravilloso ver tanta belleza y escuchar esa música sacra…
Me seduce esas canciones tan realistas al amor, al desamor, a la tradición, la felicidad esa armonía de composiciones. A veces no soporto a esos despeinados que me dañan los oídos. En cierta ocasión espantosa escuché creo que estaría pirado decir que prefería quedarse ciego que sordo si al menos escuchara al maestro Rodrigo y su concierto de Aranjuez. Me eleva escuchar flamenco y esas historias que cantaban esas artistas andaluzas, me dan tanta felicidad y también esos niños con esas facultades y esos pequeñajos al compás de las panderetas cantarles a la Navidad.

Es triste observar que ya nadie canta en su casa ni en los patios que son comunidad. Y en las terrazas menos con las secadoras nadie sube. Recuerdo las serenatas, recuerdo tantas cosas del ayer…Dice el refrán que el que canta su mal espanta, espantemos todo lo nefasto y escuchemos buena música mejor en castellano, cantemos en cualquier idioma pues cantar es poesía. Para todos los melómanos un feliz día.

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