Calabazas, brujas y vampiros se dejan ver cada vez más por los escaparates melillenses, que se visten de la forma más terrorífica posible para festejar la noche de los muertos

Melilla también se suma a la tradición anglosajona de Halloween

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(Autor: FB)

La festividad de Todos los Santos, que se celebra hoy 1 de noviembre, es una tradición que los melillenses reviven cada año. Miles de personas acuden al Cementerio Municipal de la Purísima Concepción para llevar recordar, más aún si cabe, a quienes ya no están entre nosotros. El camposanto cristiano se llena de colores en estos días, previos y posteriores al día 1 y al 2 -Fieles Difuntos-, gracias a las flores que los melillenses depositan sobre las lápidas de los familiares y amigos ya fallecidos.
Ésta es una parte. Pero hay otra no tan española pero que cada vez se ve más en nuestro país y, cómo no, en Melilla. Es la celebración de Halloween, una costumbre anglosajona cuyas raíces están vinculadas con la conmemoración celta de Samhain, la fiesta que en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas y que era considerada como el Año Nuevo Celta.

Numerosas tiendas de la ciudad no han desaprovechado la ocasión para vestir de Halloween sus escaparates. Calabazas, brujas, gatos negros (de peluche, eso sí), murciélagos de plástico, calaveras, o partes del cuerpo ensangrentadas como dedos y ojos, son sólo algunos de los objetos decorativos que estos días ocupan parte de las estanterías de los hogares melillenses, pero también de locales de hostelería. En el Puerto Deportivo, por ejemplo, la Sala Manhattan celebró anoche una 'terrorífica' fiesta de Halloween en la que se dieron precios a los mejores disfraces.

También los más pequeños se apuntaron a festejar Halloween. Prueba de ello fue lo que ocurrió en 'El patio de don Enrique', la ludoteca del colegio Enrique Soler, que se vistió de 'miedo' este viernes. Niños y monitores no dudaron en disfrazarse para la ocasión. Brujas, vampiros y diablos lo pasaron en grande en una fiesta a la que llamaron 'La tarde de las brujas'.

Además, algunas comunidades de vecinos también se sumaron a Halloween haciendo que los niños del vecindario acudieran a las fiestas de disfraces organizadas para la ocasión. No faltó el 'truco o trato', por el que más de uno se pudo llevar un susto si no dio golosinas, el visionado de películas de terror o la lectura de historias de miedo.

Lo que está claro es que, más que pasarlo mal, niños y mayores están disfrutando de un fin de semana ‘de miedo’, en el mejor sentido de la palabra, claro.

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