Terrorismo callejero

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Si la Ciudad Autónoma está luchando por la integración en los Distritos IV y V, debería haber empezado hace tiempo a moverse para buscar la solución a los apedreamientos que sufre la COA desde hace unos años, por muy difícil que parezca la solución Desde hoy, varios miles de melillenses que viven en los barrios periféricos y no disponen de medios para poder desplazarse libremente tendrán sus movimientos más restringidos por los continuos apedreamientos que sufre la COA. Este problema no es nuevo, lleva dando quebraderos de cabeza a la empresa de transporte urbano desde hace ya varios años sin que nadie, aparentemente, le haya podido dar remedio. Algún responsable de la COA, fruto del hartazgo que provoca una situación así, llegó a calificar el problema como terrorismo callejero. Esta denominación puede parecer extrema, pero un análisis de lo que ocurre conduce a la conclusión de que no se aleja de la realidad aunque los vándalos que se dedican a atacar los autobuses no utilicen artefactos explosivos como en la kale borroka. Sin embargo, las piedras tampoco son inofensivas y en la cooperativa transportista son muchos los que temen que algún día pueda darse una desgracia si una piedra impacta contra el conductor y éste pierde el control del vehículo con pasajeros en su interior.

Hasta ahora, por fortuna, no ha habido que lamentar daños personales, pero sí cuantiosos desperfectos que, en cada ataque, y van cerca de cien en apenas unos años, suponen un coste económico de varios miles de euros para una empresa que lo único que hace es prestar de la mejor manera posible el servicio de transporte urbano. No parece lógico que la única respuesta que se esté dando a este problema por parte de aquellos que tienen responsabilidad pública en este tema sean los llamamientos a la cordura. Sencillamente porque no valen de nada, ya que quienes se dedican a lanzar piedras por simple diversión demuestran que no tienen dos dedos de frente, por mucho que algunos se escuden en que son menores de edad quienes apedrean a la COA.

No hay ley que deje impunes los delitos. Todo el mundo sabe que los menores también pueden responder de sus acciones, y si su edad se lo impide, para eso están también sus padres o tutores. Es necesario actuar ya para atajar de una vez por todas este gran problema que algunos no quieren atender, quizá porque no dependen de un autobús para vivir el día a día sin problemas como sí les pasa a muchos usuarios habituales de la COA. Primero, porque no podemos permitirnos esperar a que cualquier día ocurra una desgracia para lamentarnos. Y segundo, porque quienes tiran piedras ya se han anotado una victoria consiguiendo que la línea 6 de la COA sólo pase por las mañanas por los barrios periféricos, dejándolos más aislados de lo que ya están socialmente, imponiendo como si fueran dictadores el terror donde viven. Si la Ciudad Autónoma está luchando por la integración en los Distritos IV y V, debería haber empezado hace tiempo a moverse para buscar la solución a este problema, por muy difícil que parezca la solución, en lugar de limitarse a hacer llamamientos que no sirven para nada.

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