Cáncer, palabra que encierra tantas cosas y casi ninguna buena salvo su prevención o su control y curación; y a la que además -con sentido-, no le faltan estudios e informes para caracterizarla, como el grupo más grave de enfermedades en nuestro medio y por ello, la causa más frecuente de muerte (más 8 millones de personas murieron en el mundo de cáncer en 2012).
Entre ellos, los cánceres que más habitualmente causan la muerte son los de pulmón, hígado, estómago, colon y mama, aunque varían en el hombre y en la mujer.
A su tendencia a seguir creciendo, ayuda el aumento de esperanza de vida de la población, factor sin duda ligado al aumento del cáncer entre la población. El envejecimiento hace más visibles los efectos de la exposición a los agentes carcinógenos físicos (radiaciones ultravioleta e ionizantes), químicos (asbestos, los componentes del humo de tabaco, las aflatoxinas -contaminantes de los alimentos- o el arsénico -contaminante del agua de bebida-), y biológicos (infecciones causadas por determinados virus, bacterias o parásitos).
No debemos olvidar tampoco, que un 30% de las muertes por cáncer son debidas a cinco factores de riesgo ligados a nuestra conducta y alimentación: obesidad, consumo reducido de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y de alcohol. De ellos, el tabaco es el factor de riesgo más importante y es la causa más del 20% de las muertes mundiales por cáncer en general, y alrededor del 70% de las muertes mundiales por cáncer de pulmón.
¿Contra este tsunami de padecimiento y dolor se puede hacer algo? Sí, antes decía que sólo dos términos ligados a la palabra cáncer son buenos: su prevención y su control y curación. Se sabe mucho de cómo prevenir su aparición, por ejemplo: dejar de fumar, controlar el exceso de peso, evitar las dietas malsanas con un consumo insuficiente de frutas y hortalizas, realizar ejercicio físico de forma regular y adaptada, evitar el consumo de bebidas alcohólicas, controlar las infecciones por virus carcinógenos -ente otros los papilomavirus-, y adoptar medidas eficaces para evitar la contaminación del aire de las ciudades, en especial el humo generado en la vivienda por la quema de combustibles sólidos.
Estrategia, ésta es la palabra que debe presidir el apoyo de la administración sanitaria en la prevención del cáncer, y aquí tienen lugar el diagnóstico temprano -en especial los cribados-. Esta estrategia es desarrollada en los centros sanitarios de INGESA en varios aspectos que van desde los exámenes de salud regulares a los cribados poblacionales de mama y colon.
Reunido esto a las medidas para el cuidado y control del cáncer, desde los cuidados paliativos-ya asumidos directamente por INGESA- a las diversas y novedosas terapias (algunas de muy elevado coste), ofrecidas a la ciudadanía en su cartera de servicios por parte del INGESA. Ambas- estrategia en la prevención y cuidado y control actualizados- deben continuar, ya que estamos convencidos de que son las hojas de la puerta a la esperanza de estos pacientes y de sus familias, parte importante de la cuestión y de su adecuado abordaje para los mejores resultados posibles..