Y se hizo el sol
y llegaron las lluvias
y allí estaba tu mar.
Y llegaste tú, Mariano
y esta tu tierra
se abrazó a tu nacimiento.
Luego recogiste en tus manos
una estrella que se hizo Orfeón Melillense
Padre Victoria;
le abrazaste. Te abrazó
y con voces llegadas de los cielos
que estaban a la espera
comenzó la música, el gorgojeo
de las voces sobre tu aura cantarina.
Y nació “Melilla gaviota dorada”.
Y fueron tres estrellas en tu vida.
Chelo, tu mujer, tu compañera,
y tus hijas, Mónica, Alexandra
tus amores supremos, tu fuerza
en todos los principios
de cada principio.
Y fue otra estrella que te dio la vida
las que, junto a ti, anduvieron lo bueno y lo malo.
Tú, el padre, el esposo, el hijo,
el amigo, el director, el profesor
has plantado en tu Melilla
la semilla de la devoción,
la entrega, el legado de tu vida.
Cada vez que escuchemos
las voces del Orfeón Melillense
Padre Victoria, ahí estarás
y nosotros contigo, con el Orfeón.
Ahora tu ausencia
es nuestra orfandad.
Y amanecerá
y la noche
se hará horizonte
y tú andarás por los caminos
y campos de Dios.
Hasta el nuevo encuentro. Un abrazo.