Unas filtraciones flagrantes que se vienen sucediendo en estos últimos tiempos y que experimentaron su mayor auge con la ‘Operación Ópera’, y que a día de ayer continuaban Ha vuelto a pasar. Las filtraciones de asuntos judiciales cuya investigación lleva a cabo la Guardia Civil están siendo una peligrosa constante y a la que la Justicia debería poner remedio así como el propio Instituto Armado, ante lo que es una fuga de unas actuaciones que deberían mantenerse reservadas y sin embargo se airean con días e incluso con semanas de antelación por perfiles anónimos en las redes sociales. Esto volvió a ocurrir con una visita ayer al Campo de Golf de agentes de la Guardia Civil para solicitar una documentación tras una denuncia que es a todas luces falsa, por unas presuntas irregularidades que no existen. Pero basta que hayan interpuesto la denuncia para que se intente atacar a personas y pretender su linchamiento, aunque el tiro les puede salir por la culata, porque tanto las acciones para dar con el filtrador o filtradores como contra el denunciante falso van a llegar hasta sus últimas consecuencias.
Unas filtraciones flagrantes que se vienen sucediendo en estos últimos tiempos y que experimentaron su mayor auge con la 'Operación Ópera', en la que curiosamente un agente de la Guardia Civil se significó apareciendo en todas las detenciones realizadas en la Ciudad Autónoma e incluso en las redes sociales, donde llegó a amenazar veladamente a un viceconsejero del Gobierno (Francisco Villena) después de que este insinuara que él era el filtrador y al que advirtió con la siguiente frase: "El papirofléxico que tenga cuidado, si no las vamos a liar parda". Y todo porque insinuó que la mujer de este agente trabaja para Gaselec-Cablemel, empresas dirigidas por Gustavo Cabanillas y que no esconden su animadversión hacia el Gobierno de Imbroda y su intento por derribarlo a toda costa.
En este sentido, debemos dejar claro que respetamos y alabamos el trabajo de la Guardia Civil en su conjunto, como hemos demostrado desde el nacimiento de este periódico, pero eso no quita para poner de relieve que en su seno podría haber algún o algunos elementos -muy pocos pero notorios- a los que se tendría que atar en corto porque el daño que se está haciendo con las filtraciones interesadas y partidistas es enorme.
Con ello no estamos acusando a nadie en concreto. Ese papel corresponde a la Justicia, que en un Estado de Derecho no puede permitir esta fuga de información que debería ser reservada y secreta y que en cambio, por milésima vez, se anticipa a través de redes sociales por perfiles falsos que actúan como verdaderos delincuentes.