El paso fronterizo de Beni-Enzar fue escenario el jueves de un tapón de porteadores que terminó con cuatro detenidos. Uno de ellos es Fernando, un joven melillense de 23 años que como cada mañana acudió a la frontera con su hermano para pasar a Marruecos a comprar pescado para el establecimiento hostelero en el que trabajan. No podía imaginar que se iba a ver envuelto en un problema con agentes de la UIP de la Policía Nacional, que lo detuvieron por un presunto atentado a la autoridad, como los otros tres que también fueron arrestados. Los familiares de Fernando denuncian que fue víctima de un presunto maltrato policial tanto a la vista del resto de personas que estaban en la frontera, como en el interior de las dependencias policiales del paso fronterizo. La madre de este chico, Luisa Requena, explicó en declaraciones a MELILLA HOY que los problemas de su hijo empezaron cuando en la frontera le dijo al policía que controlaba el acceso peatonal que no se estaba siguiendo la tónica habitual de separar el tránsito de porteadores de los del resto de peatones. El hermano, que iba con él para pasar a Marruecos, afirmó que nada más darse la vuelta, Fernando recibió el golpe del agente con su defensa en la nuca.
"Era un golpe mortal, estuvieron a punto de desnucarlo", aseguró la madre, que señaló que su hijo tiene una pequeña raja en la cabeza provocada por la actuación policial. Muestra un vídeo en el que, según afirma, se ve la agresión, aunque está a la espera de que otros testigos le pasen más imágenes en las que pueda apreciarse con claridad lo que sucedió. Luisa afirma que después de eso, redujeron a su hijo tirándolo al suelo y lo dejaron inconsciente, tras lo cual lo metieron en una de las dependencias policiales de la frontera, donde según su relato, siguieron las supuestas agresiones. Los familiares de este chico afirman que esto también se repitió con otros de los detenidos por un presunto atentado a la autoridad.
Fernando, junto con los otros tres detenidos, pasó la noche del jueves al viernes en los calabozos y ayer por la mañana, a las diez y media, fueron conducidos a las Torres V Centenario para prestar declaración ante el juez. No salieron de la sede judicial hasta las siete de la tarde, en libertad con cargos.
La madre de Fernando advirtió en declaraciones a este Periódico que piensa llegar hasta donde haga falta para que esto no se quede así. "Mi hijo no es ningún terrorista para que lo traten así. Mi hijo tenía que haber estado esa noche en el hospital en observación y no en un calabozo", afirmó llena de dolor por el disgusto que empezó a vivir el día del tumulto, tras recibir una llamada de su hijo desde la frontera pidiéndole que fuera porque le habían agredido, y posteriormente porque durante horas no le quisieron decir dónde estaba.
Los hematomas y heridas en la espalda y los ojos de Fernando eran ayer más que evidentes, además del collarín y el vendaje en el brazo. También su madre tiene el brazo lleno de moratones, según dijo porque un agente le agarró demasiado fuerte cuando fue a la Jefatura Superior a presentar una denuncia, la cual no pudo interponer porque, según afirmó, recibió amenazas de que sería denunciada ella también.
Ante esta situación, acudió al juzgado y ayer fue a presentar una queja a las dependencias de la Policía Nacional. Piensa acudir también al Defensor del Pueblo y ha pedido las grabaciones de seguridad de la frontera para que se vea si, como alega la Policía, Fernando le rompió la camisa a un agente.