Desde hacía más de cuarenta años no se había construido ninguna vivienda social en Melilla por parte del Ayuntamiento, hasta que en aquella jornada de agosto de 1994 el alcalde, junto al presidente de Emvismesa, entregaba las llaves a los adjudicatarios de las 16 viviendas de la calle Comandante Haya. Enrique Remartínez, presidente de Emvismesa, tranquilizaba a las cooperativas sindicales y les confirmaba que se iba a cumplir el acuerdo firmado para que se hiciera con solares en Primo de Rivera y levantar sus pisos.
La expansión de la feria melillense, el volumen de público, casetas y atracciones mecánicas, llevó al Ayuntamiento a estudiar en serio buscar una nueva ubicación fuera del parque Hernández. En esa ocasión se hablaba de la explanada de Rostrogordo.