El fallecimiento de la escritora Ana María Matute pilló en Melilla al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, que lamentó la muerte de una de las figuras más destacadas de la literatura española. “Es una enorme pérdida para la cultura española”, dijo. Wert recordó que la muerte de Matute se produce apenas un mes antes de que hubiera cumplido 89 años, “mientras ella seguía trabajando en la producción literaria”. Se trataba, subrayó, de “una gran escritora catalana en español”, y en ese sentido “es un día muy triste para las letras españolas”.
El ministro consideró a Matute como “probablemente la figura más emblemática de una generación viva hasta ayer, desgraciadamente”, enmarcada en la posguerra, lo que la obligó a “enfrentarse a enormes dificultades ambientales en su trabajo creativo”. Pese a ello, Ana María Matute “fue capaz de desarrollar una literatura de alta calidad, incluso una cierta literatura hermética con claves a las que llegaba solo el lector avisado en una línea de realismo narrativo”.
José Ignacio Wert destacó que ese estilo de la escritora fallecida “arranca casi en su primera juventud” con su obra ‘Los Abel’ (1948), aunque también apuntó como elementos importantes la trilogía ‘Los Mercaderes’. No obstante consideró ‘Olvidado Rey Gudú’ (1996) como “quizá la de mayor resonancia en el tiempo”.
En su valoración, el ministro hizo hincapié en la “disciplina de creación literaria verdaderamente excepcional” que tenía Matute y que “mantuvo hasta el último día”, que ha sido valorada con “todos los reconocimientos literarios posibles en el ámbito de la Cultura en español”, que se vieron culminados en 2010 con el Premio Cervantes. Precisamente este galardón, el más importante de las letras en español, es el que permitió al ministro de Educación, Cultura y Deporte conocer a Ana María Matute en su condición de jurado en los últimos años: “Era una persona que sorprendía por su extraordinaria alegría de vivir y su extraordinaria vitalidad”.
También destacó la “extraordinaria jovialidad” de Matute, algo que el ministro reconoció que podría parecer “paradójico para referirse a edades de 86 y 87 años”, que eran las que tenía la escritora fallecida cuando Wert pudo tratarla.