La llegada de los Reyes a Melilla un 6 de noviembre de 2007 fue correspondida con el calor de los melillenses, que se echaron a la calle para recibir a los monarcas y agradecerles que hicieran realidad esa presencia largamente ansiada y que por fin se materializaba, recibiendo la llave de oro de la Ciudad (en la imagen) Eran aproximadamente las diez y media de la mañana y se anunciaba por los medios una comparecencia por televisión del presidente del Gobierno. Mariano Rajoy. En ese momento miles de melillenses estaban delante del televisor o la radio, y muchos no estarían siquiera prestando demasiada atención, cuando el jefe del Ejecutivo anunció la decisión del Rey Don Juan Carlos de abdicar. En ese preciso instante sabíamos que el lunes 2 de junio de 2014 iba a ser una jornada para la Historia de España y de la Democracia en nuestro país, y los melillenses no éramos ajenos a este día tan importante. Desde ese preciso instante en la mayoría de los hogares de la ciudad y de sus establecimientos hosteleros y comerciales, o en plena calle, no había otro tema de conversación que la marcha Don Juan Carlos como Jefe del Estado, después de 39 años de reinado.
En ese momento a muchos se nos vino a la memoria aquel viaje, también para la Historia, de Don Juan Carlos y Doña Sofía a Melilla el 6 de noviembre de 2007, una llegada que fue correspondida con el calor de los melillenses, que se echaron a la calle para recibir a los monarcas y agradecerles que hicieran realidad esa presencia largamente ansiada y que por fin se materializaba, recibiendo la llave de oro de la Ciudad (en la imagen).
El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, recordaba ayer ese hito histórico de Melilla y no dudaba en señalar que "siempre habrá un antes y un después" de esa visita. Así declaró que "desde Melilla y el Gobierno de la ciudad, lo más importante que tengo que decir es que debemos una gratitud eterna a los Reyes, especialmente a Don Juan Carlos, porque siempre ha estado volcado con Melilla".
Al margen de las motivaciones que han llevado a Don Juan Carlos a abdicar en favor de su hijo y heredero Don Felipe, entre las que cabe destacar su acelerado deterioro físico de los últimos años y su descenso vertiginoso en popularidad debido a escándalos de corrupción provocados por el marido de una de sus hijas, Iñaki Urdangarín, este es el momento de reconocer el papel fundamental jugado por el sucesor de la dinastía de los Borbones, clave en la paralización del golpe de Estado del 23 de febrero al situarse en el lado del a democracia y mejor embajador de España, en los que ha beneficiado a las empresas abriéndoles camino en muchos países, sobre todo en las naciones árabes ricas en petróleo.
El Rey, como todos, tiene sus detractores y sus seguidores, pero una cosa está clara: durante su reinado España ha vivido su mayor tiempo de paz y prosperidad.