Sin solución a la vista

Los melillenses estamos ya cansados de que la UE no tome cartas en el asunto, alegando que por España entran menos del 10% de todos los inmigrantes que entran de manera clandestina en Europa. Nuestro país debe poner ya pie en pared y presionar a las instituciones europeas para dejen de mirar a otro lado No hay solución a la vista para el grave problema que sufre Melilla en su valla fronteriza. Si preocupante era que cada dos por tres hubiera un intento de entrada masiva en el perímetro fronterizo, ahora el problema empieza a adquirir una nueva dimensión por cómo afecta a la vida normal y rutinaria de la ciudad. Porque en 2005, el año de la crisis de las vallas, las avalanchas se vivían a las afueras de la ciudad, habitualmente en las zonas más alejadas del casco urbano, y no repercutía apenas en los ciudadanos.

Pero de un tiempo a esta parte el panorama es diferente. Cuando las avalanchas ocurren cerca de zonas residenciales, no son pocos los melillenses que se ven envueltos de forma sorpresiva en el desorden público que se produce después. Los saltos más violentos también se traducen en dificultades en los servicios sanitarios, donde el trabajo se multiplica por la necesidad de atender a los que llegan heridos, tanto inmigrantes como agentes policiales.

Los últimos intentos de entrada también han afectado al normal funcionamiento de los pasos fronterizos, de los que tanto dependen el intercambio comercial y el desarrollo económico y social. Si en el salto del 28 de marzo el paso de Beni Enzar tuvo que cerrar dos horas a cal y canto a primera hora de la mañana, en hora punta, ayer también se dieron problemas en el de Barrio Chino. Lo último que se ha dado a conocer es el impacto tremendo que la presión migratoria está causando a la imagen de Melilla de cara al turismo, un campo en el que la Ciudad Autónoma lleva años trabajando para que pueda convertirse en una fuente de riqueza y un motor para la hostelería y el comercio, ejes de nuestra economía.

Desde que han llegado los refuerzos enviados por el Ministerio del Interior, la situación parece más controlada porque de los tres últimos intentos masivos de entrada que se han registrado en el perímetro fronterizo han entrado menos de diez inmigrantes de los 2.000 que se aproximaron. Esto es un buen síntoma hacia la recuperación porque se han logrado zanjar las enormes cifras que se dieron en los dos primeros meses y medio, en los que entraron más de un millar de personas de manera irregular. Pero aún queda quizá lo más difícil, que es conseguir que no haya más intentos de entrada. Lanzar de una vez por todas el mensaje de que nuestras fronteras son inexpugnables. Mientras eso no ocurra, seguirá habiendo inmigrantes dispuestos a saltarlas, y detrás de ellos las mafias intentando hacer negocio. No podemos darnos por satisfechos mientras nuestras vallas sigan estando en el punto de mira de quienes las acechan buscando un futuro mejor, porque eso no será sinónimo de la tranquilidad que todos anhelamos en ese sentido. Los melillenses estamos ya cansados de que la UE no tome cartas en el asunto, alegando que por España entran menos del 10% de todos los inmigrantes que entran de manera clandestina en Europa. Nuestro país debe poner ya pie en pared y presionar a las instituciones europeas para dejen de mirar a otro lado.

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