El embajador de España en la República Democrática del Congo, Antonio Fernández de Mazarambroz, fue destituido hace un mes de su puesto al descubrirse una supuesta red de corrupción en la propia embajada, que vendía visados a ciudadanos congoleños para viajar a España, según informa El Mundo. El periódico subraya además que en 1987, cuando era cónsul en la vecina Nador, también fue destituido de su cargo de un día para otro. En aquel caso, también se sospecha que cometió irregularidades. Según fuentes cercanas a la Embajada de España en Kinshasa a las que ha tenido acceso el Diario El Mundo, Antonio Fernández de Mazarambroz «ofrecía visados a ciudadanos congoleños para viajar a España por cantidades que rondaban los 4.000 dólares (2.900 euros)». Este dinero, según estas mismas fuentes, «iba al bolsillo del diplomático, aunque quizá haya más gente implicada y más destituciones en breve». El viernes mismo se despidió de los trabajadores en un ambiente de tensión. Uno de ellos reconocía a El Mundo sentirse avergonzado: «Es que esto es un escándalo», afirmó. El Ministerio de Exteriores y Cooperación ha declinado hacer ningún comentario sobre este asunto, señala el rotativo madrileño.
«En Kinshasa la gente sabía que en la Embajada española podían conseguirse visados pagando dinero. Eso era vox pópuli», confirman fuentes internas de la institución. Lo que comenzó como un rumor llegó hasta otras oficinas consulares en Kinshasa e incluso hasta las autoridades congoleñas. «Ahora nos han puesto mucho más difícil el trabajo», aseguran fuentes humanitarias españolas. «Tenemos que sacar visados continuamente para poder realizar nuestra labor aquí, así que este tipo de cosas nos afectan mucho», señala el Diario que dirige Melchor Miralles.
También en Nador
No es la primera vez que Fernández de Mazarambroz se ve envuelto en un escándalo con pasaportes de fondo. En 1987, cuando era cónsul en la ciudad marroquí de Nador, fue destituido de su cargo de un día para otro. En aquel caso, llevaba también poco más de un año en el consulado. Exteriores lo disfrazó de normalidad, pero off the récord se le acusó de «excederse en sus atribuciones consulares», señala El Mundo. Desde su oficina en Nador controlaba varias actividades relacionadas con el tránsito de personas y mercancías entre la zona del Rif y la ciudad autónoma de Melilla. Incluso protagonizó algún incidente con un familiar femenino de un oficial militar que provocó una protesta formal del Ministerio de Defensa al Ministerio de Exteriores. Un pequeño escándalo local, pero una espoleta para lo que vendría después. Desde ese momento se multiplicaron las denuncias y las quejas oficiales sobre su labor al frente de aquel consulado. En una de ellas, formulada por el extinto Cesid (Centro Superior de Información de la Defensa), se ponía de manifiesto la presencia constante de «súbditos marroquíes de dudosa reputación» en sus oficinas de Nador. Los investigadores sospecharon siempre que estos sujetos habían obtenido un trato de favor para que pudieran moverse libremente por territorio español.