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1923: mes de septiembre (II)

Cano 2

25-09-1923. ¡Pagés ha muerto!

Dada la extensión del artículo solamente muestro el título del mismo.

28-09-1923. Para honrar la memoria del doctor Pagés.

La brillante representación del Cuerpo de Sanidad Militar que presta sus servicios en este territorio, ha colocado una artística lápida en la sala de operaciones del hospital Docker, que perpetuará la memoria del ilustre cirujano comandante médico don Fidel Pagés, muerto en reciente accidente de automóvil.

El descubrimiento de la lápida, que se verificará mañana a las diez, promete revestir gran brillantez. Antes se dirá una misa por el eterno descanso del llorado doctor.

El Comandante General ha prometido su asistencia.

Agradecemos la atenta invitación que para asistir al acto nos envía el coronel médico jefe de Sanidad Militar, don Eduardo Coll.

28-09-1923. El escándalo de los tranvías de Melilla. Un caso inaudito del viejo régimen.

La bandera del nuevo régimen, invita a tratar algunos temas demostrativos del valor de la influencia en el antiguo y su soberano poder contra toda justicia y equidad. Vamos a ocuparnos hoy de la concesión de los tranvías de Melilla, pues pasa el tiempo y no se decreta la rescisión.

Desde 1912 venimos ocupándonos de esta importante reforma que Melilla anhela. En agosto de 1916, se hizo la adjudicación al señor Prendes, y en 5 de noviembre debieron comenzar las obras, más obtuvo una prórroga hasta 31 de marzo de 1917. Adujo la dificultad de adquirir material fijo y móvil durante la Gran Guerra y gracias a sus relaciones en el ministerio de Fomento, obtuvo otras prórrogas, hasta que en 1919, una comisión melillense logró la Real Orden de 22 de Octubre, concediéndole el improrrogable plazo de dos años para la terminación de los trabajos, plazo que comenzó a contarse el 4 de Enero de 1920. El concesionario recurrió a toda clase de argucias para esquivar el compromiso y la rescisión, siendo estériles las gestiones que para ello realizara el infortunado general Silvestre.

Paso a paso hemos seguido desde estas columnas las incidencias del asunto. Basta decir, que la junta de Arbitrios, llamada naturalmente a intervenir en las obras, no ha podido conocer el proyecto ni el plan de las mismas. Dilaciones posteriores demoraron el plazo otro año, cumpliéndose el último, ya definitivo, en 4 de enero del corriente.

¿Qué ha hecho la empresa de tranvías de Melilla? Abrir las cajeras de los rieles en una longitud de 50 metros y levantar los muros de las proyectadas cocheras. Esto es todo. Sabemos que la jefatura de obras públicas de Málaga inició el expediente para la rescisión, emitiendo informe favorable, con pérdida de fianza. Termina el mes de septiembre y el famoso expediente sigue sin resolver.

Suponemos que ese departamento ministerial, habrá incluido entre los asuntos pendientes, el que nos ocupa, y nosotros, cumpliendo un deber, denunciamos al Directorio de Generales tan insólito caso.

Después de once años de trámites burocráticos, de resistencias pasivas y de acopio de influencias en pro y en contra, estamos como el primer día. De nada sirvieron las reiteradas quejas de los comandantes generales, presidentes de las junta de Arbitrios, entidades y comisiones de Melilla. En el ministerio de Fomento escuchaban buenas palabras y ofrecimientos, pero el hecho cierto es que entramos en el último trimestre de 1923 y no se ha tomado resolución sobre la rescisión, que debió ser cosa de un mes.

Ello irroga un gran perjuicio a la ciudad: habiéndose procedido con energía, no hubiera burlado el concesionario leyes y reglamentos. Desde primera hora tuvimos la convicción de que no realizaría las obras y solo buscaba una prima, demasiado crecida, para ceder sus derechos.

Tenemos la seguridad absoluta de que ahora no se repetirá el escándalo de otras veces, y en plazo breve será decretada la rescisión, procediéndose, sin pérdida de tiempo, a reparar los daños causados a Melilla.

Los tranvías de nuestra ciudad, son un botón poco edificante de los procedimientos y abusos del derrocado régimen de compadrazgos y de influencias políticas.

29-09-1923. El aniversario de la Legión.

Dada la extensión del artículo solamente muestro las nominaciones importantes del mismo.

Prefacio. Formación. Sigue la emoción. Desfile. Desfile de carrozas. Para terminar.

29-09-1923. Otro funesto accidente de Aviación. Un capitán y un sargento muertos.

En las últimas horas de la tarde del viernes 28 de septiembre de 1923, como de costumbre la escuadrilla de servicio en el aeródromo de Tahuima efectuó diversos vuelos de reconocimiento sobre la zona insometida. Próximamente a las cuatro de la tarde se elevaron con dicho objeto, en un aparato Havilland Rolls, el capitán de Infantería, piloto aviador, Carlos Cabrerizo Romero, y el sargento de Infantería, bombardero, Francisco Lozano Gavilán. Cumplida su misión, emprendió el regreso al aeródromo. El vuelo que durante todo el día se hizo con dificultades a causa del fuerte viento de Levante y la densidad de las nubes, era poco menos que imposible mediada la tarde. El aparato de referencia, que volaba a una altura de mil metros aproximadamente, intentó descender para continuar volando bajo las nubes. Al hacerlo, fue a chocar contra la sierra conocida con el nombre de Buxda, situada a nueve kilómetros al Norte de Monte Arruit.

El trágico accidente fue presenciado por los habitantes del poblado de Monte Arruit y las fuerzas que guarnecen aquella posición. El jefe de la misma ordenó inmediatamente se acudiera en auxilio de los aviadores. Los auxilios resultaron innecesarios, pues tanto el capitán Cabrerizo, como el sargento Lozano, aparecían fallecidos entre los restos del aparato. El capitán Cabrerizo, que prestaba servicio en este territorio desde hace algún tiempo, era un experto piloto. Tomó parte en numerosos bombardeos, y en los efectuados en las últimas operaciones, contra la harka rebelde. Era natural de Madrid y tenía 26 años de edad. El mismo día del accidente, por la mañana, se elevó en un avión Farman Goliat, pilotado por el teniente Hidalgo de Cisneros, dirigiéndose a Dar Drius. El fuerte viento, obligó al Goliat a regresar al aeródromo, a poco de rebasar Monte Arruit. Entre sus compañeros, el capitán Cabrerizo gozaba de grandes afectos. Era hermano del comandante de Estado Mayor del mismo apellido, muy conocido también en Melilla, donde prestó servicio hasta pocos meses antes del accidente.

El sargento Lozano, antes de ingresar en aviación, por la que sentía entusiasmo, estuvo afecto a la sección ciclista de la Comandancia General de Melilla. Su padre, el Archivero tercero  del Grupo de Oficinas Militares, don Rigoberto Lozano, perteneció a la guarnición melillense hasta el pasado año. Al día siguiente los cadáveres fueron trasladados a Melilla, y quedaron en el depósito del cementerio de la Purísima Concepción hasta las seis de la tarde, en que se verificó el sepelio. Desde antes de la hora anunciada se hallaban en el cementerio comisiones de todos los cuerpos y unidades y los compañeros de los finados. Los féretros, envueltos en la bandera nacional, fueron trasladados a hombros de los oficiales aviadores. Presidieron el duelo el Comandante General señor Marzo, teniente coronel Kindelán, teniente coronel Salafranca, primo del capitán Cabrerizo, y el teniente coronel Guedea.

Fueron enterrados en la galería de nichos C, fila 3, nº 6. El 3 de noviembre de 1933 fueron trasladados los restos al nicho nº 5, fila 5, del Panteón de Héroes de Aviación.

30-09-1923. Sepelio de los aviadores capitán Cabrerizo y sargento Lozano.

Ayer mañana se verificó el traslado a la plaza de los cadáveres de los infortunados aviadores capitán de Infantería don Carlos Cabrerizo y sargento bombardero don francisco Lozano, muertos el viernes a consecuencia de un accidente de aviación. Los cadáveres quedaron en el depósito del cementerio de la Purísima Concepción hasta las seis de la tarde, en que se verificó el sepelio.

Desde antes de la hora anunciada se hallaban en el cementerio comisiones de todos los cuerpos y unidades y compañeros de los finados.

Los féretros, envueltos en la bandera nacional, fueron trasladados a la última morada a hombros de los oficiales aviadores. Presidieron el duelo el Comandante general señor Marzo, teniente coronel Kindelán, teniente coronel Salafranca, primo del capitán Cabrerizo, y el teniente coronel Guedea. Los aviadores de este territorio ofrendaron coronas a sus compañeros con sentidas dedicatorias.

Descansen en paz los malogrados aviadores.

 

Bibliografía…. El Telegrama del Rif

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José Antonio Cano

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