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El Torreón del Vigía

La concentración del pasado martes convocada por la Plataforma de Empresarios de Melilla nos debe llevar a una reflexión de cómo se ha llegado a esta situación de profundo malestar. Los datos son contundentes, la entrada de mercancías en Melilla ha bajado un cuarenta por ciento, cincuenta mil toneladas menos. En una Ciudad donde manifestarse escasea, el hacerlo por comerciantes y empresarios de todos los sectores y con idéntico motivo, no debe ser denostado, ni darle un cariz político. Lo primero es un error que solo los que lo mantienen van a sufrir sus consecuencias y lo segundo es falsear la realidad. La división empresarial en Melilla es una realidad a diferencia de Ceuta donde como convocantes y entre otros, se incluyen su Confederación de Empresarios y la Cámara de Comercio. Aquí la CEME es una pequeña agrupación que no representa ya al sector empresarial y que precisa de una renovación absoluta de sus cargos actuales. Y en cuanto a la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, ya tristemente ni existe. Solo por eso los integrantes de la Plataforma deben ser escuchados en todas las instancias sin restricciones de ningún tipo. La pasividad sufrida, tantos años, llevó a guardar silencio cuando los transportes aeromarítimos no han sido los que merece esta sociedad o cuando el turismo sigue sin llegar o cuando no se han aportado ideas para que Melilla tenga futuro o nada se hizo cuando un sector tan productivo como el pesquero tuvo que levar anclas hacia otros puertos o desguazarse. Mirar para otro lado defendiendo las poltronas ha sido el único camino y ahora asistimos a una situación límite. Sin apasionamientos observen en un paseo cómo funcionaba el centro de Melilla, como la Avenida y calles adyacentes tenían vida y ahora la evidencia no nos deja lugar al titubeo. A nadie le puede quedar dudas que los convocantes de las dos manifestaciones que hasta ahora se han llevado a cabo sí se les va la vida en ello para que esta tierra económicamente funcione. El derrotismo con que algunos acusan a otros nos llevaría a una muerte después de languidecerse poco a poco. Melilla no puede ser solo una ciudad de funcionarios, entre otras cosas por el lugar geográfico que ocupa. África necesita todo y Europa a través de Melilla y de Ceuta debe ser el escaparate y la puerta natural. Marruecos en los últimos años ha evolucionado y para esta tierra es decisivo que no desaprovechemos lo que antes era habitual, familias de clase media que venían a comprar y almorzar, aportando a diferentes sectores unos interesantes ingresos. La situación fronteriza está ocasionando una merma económica que pone en grave riesgo a tantas actividades, mas de las que podamos pensar. Dos días veintidós en el calendario (Marzo y ahora Mayo) de 2.018 ya han quedado en la historia, cuando la Avenida en primavera se llenaba de personas para buscar un mañana para todos. Que no impere el “odio africano”, como en aquella época de guerras entre cartagineses y romanos, que sumemos y solo aportando salgamos del bache.

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