Pronto ha olvidado el president su doctrina de ciega sumisión a "la voluntad del pueblo catalán representada en el Parlament". Reprobado por una mayoría, Quim Torra dice ahora que esa votación está alterada por el juez Llerena y no vale sin el voto de los cuatro diputados de JxCat inhabilitados.
Excusas de mal pagador. Mejor dicho, excusas de político faltón, sectario y tramposo que, por cierto, a estas horas debe estar recuperándose del revolcón sufrido como consecuencia de las certeras cornadas dialécticas que este jueves le asestó Inés Arrimadas, la jefa de Ciudadanos en la Cámara.
¿De qué se trataba? De debatir una moción del PSC instando a Torra a convocar elecciones o someterse a una cuestión de confianza. Una oportuna ocasión para que la voluntad del pueblo-catalán-representada-en-el-Parlament se expresara respecto a la parálisis del Govern.
Esa institución del Estado ha sido expropiada por el soberanismo por motivaciones identitarias -digamos tribales-, totalmente ajenas a la política de las cosas, a la gestión de lo que realmente importa en el día a día de la ciudadanía catalana.
"Solo me debo al Parlament", ha dicho Torra en numerosas ocasiones. El que le acaba de reprobar. Pero aquella norma de conducta no le sirve cuando se rompe la mayoría independentista, al margen de los cuatro diputados inhabilitados por la justicia, porque el independentismo furioso está harto de "simbolismo republicano" y "legalidad autonomista".
Es el verdadero problema de Torra. Que con la ausencia de sus cuatro diputados a la hora de votar, la impaciencia de la CUP se ha sumado a las fuerzas constitucionalistas en la demanda común: que se vaya. Por distintas razones, claro. Aquellos, porque el Govern no ha dado ni un paso hacia la implantación efectiva de la declarada república independiente de Cataluña. Y estos, porque ese Govern no gobierna, es inoperante y tiene aparcados los problemas reales de los catalanes.
No es muy distinta, como se ve, la pretensión de unos (que se vaya si no es capaz de hacer efectiva la republica) y de otros (que convoque elecciones o renueve la confianza parlamentaria). Lo cual deja a Torra en horas bajas, empapelado por la Justicia (el TSJC le investiga por desobediencia) y reprobado por el Parlament, mientras crecen los contratiempos de los procesados en el "judici" y los sectores radicales del independentismo dan por fracasado el "procés".
Hasta aquí hemos llegado con la iniciativa parlamentaria que venía patrocinada por el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas. Fue un 27 de octubre de 2015 cuando los grupos soberanistas presentaron aquella resolución que declaraba "el inicio del proceso de creación del estado catalán independiente en forma de república".
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