Está claro que no podemos pedir solidaridad a Europa cuando no la encontramos primero en nuestro propio país. Ante un problema desgarrador como es la inmigración clandestina no vale la solidaridad de palabra, sino con hechos Llevamos ya mucho tiempo intentando involucrar a Europa en el problema de la inmigración clandestina que golpea con sus dramas un día sí y otro también en nuestras fronteras. Sin embargo, lamentablemente vamos a tener que empezar a lanzar ese mensaje primero en España, después de asistir esta semana a la sorprendente reacción, por no decir otra cosa, del gobierno de la Comunidad de Madrid. Resulta que allí, en la capital del Reino, se han alarmado porque han recibido el triple de inmigrantes procedentes de Ceuta y Melilla en comparación con el año anterior. De los 125 que el Gobierno trasladó entre enero y mayo de 2013, en 2014 han pasado a 420. Y ante estos datos, el gobierno madrileño se ha apresurado a dejar claro que no está de acuerdo porque esos traslados deberían hacerse, en su opinión, con información y "orden". Eso sí, aprovechó la ocasión de oro para hacer una de las cosas que las CCAA mejor saben hacer, que es pedir dinero a papá Estado, ya que la Comunidad de Madrid cree que si siguen recibiendo más inmigrantes procedentes de Ceuta y de Melilla, deberían recibir más fondos por el coste sanitario y educativo que eso les supondrá.
La egoísta postura de la Comunidad de Madrid es el doble de hiriente si tenemos en cuenta que allí se están quejando de haber recibido a 420 inmigrantes en 5 meses, cuando en Melilla, que es muchísimo más pequeña y con menos recursos, hemos llegado a tener dos avalanchas de 500 en este mismo año. Este insólito capítulo madrileño ha tenido una rápida respuesta de rechazo por parte de las dos Ciudades Autónomas, a pesar de que las tres están gobernadas por el mismo partido, lo que a priori hubiera hecho quizá más difícil ese desencuentro. Imbroda y Vivas han estado muy acertados llamando la atención al portavoz del gobierno de la Comunidad de Madrid, que fue el autor de esas desafortunadas declaraciones, recordando que la inmigración es un problema común de toda España aunque en el norte de África lo suframos en mayor medida. Está claro que no podemos pedir solidaridad a Europa cuando no la encontramos primero en nuestro propio país. Ante un problema desgarrador como es la inmigración clandestina no vale la solidaridad de palabra, sino con hechos.
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Solidaridad con hechos
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