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Sabrina Moh debería tomar ejemplo de Cristina Pérez

La nueva delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, está sorprendiendo a propios y extraños, sobre todo si la comparamos con la actitud de su compañera en Melilla, Sabrina Moh. Desde su llegada al cargo, no se ha limitado a la sonrisa con la que nos tienes acostumbrados Moh, sino a hablar claramente de los asuntos que afectan a su ciudad autónoma, aunque ello suponga tener que bregar con el Gobierno de la Nación y sin importarle ser del mismo partido.

Lo último de Cristina Pérez, nombrada delegada del Gobierno en Ceuta el pasado 12 de diciembre de 2023, es que no ha dudado en pedir que se vuelva a la bonificación del 50 por ciento de la Seguridad Social como se tenía en ambas ciudades, hasta que el Ejecutivo de Pedro Sánchez decidió cambiarlo el pasado 1 de setiembre. Algo impensable en Sabrina Moh, que en todos sus años como representante del Ejecutivo Central en nuestra ciudad, nunca se ha salido una línea de lo que le dictaban desde Madrid o creía ella que le vendría bien a su formación, aunque ello fuese en perjuicio de los melillenses.

Por ello, es de aplaudir que Cristina Pérez se haya atrevido a manifestar que “hay que negociar y satisfacer las necesidades de la ciudad y si esta Delegación tiene que estar en Madrid reivindicándose por ello, lo hará, y si hay que retomar el anterior sistema de bonificaciones, trabajaremos en ello”.

Y además lo hizo en una rueda de prensa, algo de que Sabrina Moh huye como los gatos del agua. Se prodiga tan poco en comparecencias con todos los medios, que llama la atención. Prefiere intervenciones enlatadas, para dar rienda suelta a su propaganda.

Pero viendo lo que está ocurriendo en Ceuta con su delegada del Gobierno, las costuras de Sabrina Moh quedan aún más al descubierto.

La melillense debería tomar nota de su compañera ceutí y elevar la voz cuando haya que hacerlo, como ocurre ahora con la injusticia cometida con la bonificación del 50 por ciento a la Seguridad Social. Pero mucho nos tememos que no moverá una ceja para no poner en riesgo su continuidad en una Delegación del Gobierno que ocupa desde 2018, sin pena ni gloria.