Todo el mundo habla abiertamente y da su opinión sobre la inmigración clandestina, pero quienes sufrimos de cerca este problema hemos podido observar la hipocresía que rodea a este complejo problema en el que intervienen factores como la desesperación y el drama humano Todo el mundo habla abiertamente y da su opinión sobre la inmigración clandestina, pero quienes sufrimos de cerca este problema hemos podido observar la hipocresía que rodea a este complejo problema en el que intervienen factores como la desesperación y el drama humano. Con motivo de la legalización de las devoluciones en caliente o rechazo en frontera, como las llama el Gobierno, hemos tenido oportunidad de corroborar cómo desgraciadamente está muy extendido hablar en la distancia de la inmigración irregular sin implicarse verdaderamente en un problema que sufren en mayor medida los territorios que forman frontera exterior como Melilla. Ayer, el ministro del Interior daba un manotazo en la mesa para denunciar dicha hipocresía respondiendo a quienes critican el rechazo en frontera que acojan a los inmigrantes y les den manutención y trabajo. El presidente Imbroda ya lleva tiempo diciendo algo similar cuando ha afirmado alguna vez que si hay tantos que claman contra la valla fronteriza, se podría quitar y establecer un puente marítimo con el que llevar a los inmigrantes desde Melilla hasta otros países de Europa.
Lamentablemente sólo se llama la atención sobre la gravedad del problema ante el que nos encontramos con declaraciones llamativas, como aquellas de Imbroda sobre las azafatas en la valla. Sin embargo, es aún más triste comprobar el uso torticero que ha hecho el PSOE de este problema de la inmigración ilegal a lo largo de los últimos años. De manera incomprensible además, si se tiene en cuenta lo mucho que conoce este complejo problema de su época al frente del Gobierno. Los ciudadanos hemos tenido que asistir perplejos a declaraciones del PSOE, tanto en Melilla como a nivel nacional, criticando abiertamente la gestión que ha hecho el Ejecutivo de Rajoy en este tema de Estado, rechazando las medidas que se han aplicando aun con el riesgo de caer en tremendas contradicciones, como ha sido el caso ante las polémicas sobre la concertina y las devoluciones en caliente.
Ayer, el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, admitía que la instalación de las concertinas había sido un error del Gobierno de Zapatero. Sin embargo, criticaba los rechazos en frontera sin tener en cuenta que aquí también se aplicaron en aquellas dos legislaturas, incluso cuando el líder actual del PSOE en Melilla, Gregorio Escobar, era delegado del Gobierno. La sinceridad a medias de Pedro Sánchez no nos vale y es igual de rechazable que la falta de veracidad completa de Escobar y el PSOE local, que no se han cansado de criticar las concertinas y los rechazos en frontera aunque, como ya se ha demostrado, tienen mucho que callar en torno a esto.
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