Lo decía ayer la Confederación de Empresarios, la CEME: Melilla ha dejado de ser atractiva para la implantación de empresas de fuera, que es precisamente para lo que nuestra ciudad tiene una serie de ventajas fiscales, cada vez más pobres, porque el Gobierno de Pedro Sánchez así lo ha decidido. Aún no ha explicado a santo de qué ha tocado una bonificación a las cuotas patronales de la Seguridad Social que llevaba vigente sin ningún problema desde el año 2004. Casi 20 años ha estado funcionando esta medida, ayudando a un tejido empresarial que se enfrenta a dificultades añadidas como unos mayores costes en su actividad por el transporte, entre otras.
Es de suponer que el Gobierno busca ahorrarse dinero a costa de los melillenses, al igual que ya intentó hacer con los autónomos cuando suprimió la bonificación, aunque tuvo que recular porque todo el mundo se le echó encima. Pero por ahorrarse unos euros que apenas suponen nada para las arcas estatales, en comparación con otros dinerales que se destinan a otras comunidades más ricas y mimadas por el PSOE, al ser el lugar donde viven sus socios, este Gobierno lo que está haciendo es ir quitando a Melilla las pocas fortalezas que tiene, su preciado Régimen Económico y Fiscal. Alguno ya ha empezado a pensar que detrás de esta obsesión con castigar a Melilla puede haber otros motivos, dirigidos a cansarnos, a que nos marchemos, a que entreguemos nuestra tierra en bandeja de plata para que deje de ser un quebradero de cabeza para el Gobierno y contentar, así, al nuevo destino vacacional del presidente Sánchez.
Es de suponer que nada de eso hay detrás de todos estos palos a nuestra economía, que ya son muchos si tenemos en cuenta la inacción ante el cierre de la aduana, el incumplimiento del régimen de viajeros y, ahora, la pérdida de bonificaciones por otros sistemas perjudiciales para empresas y trabajadores. Tenemos que parar esto y por eso la unión que ayer pedía la CEME se debe producir ya, antes de que sea demasiado tarde.
El problema es que algunos se darán cuenta cuando el Real Decreto 1/2023 empiece a sumar víctimas entre las empresas y, por ende, los trabajadores. Cuando veamos que hay nuevas persianas que se bajan para siempre, además de las que ya abundan en el centro y en otros lugares, porque no pueden sostenerse. Cuando las cifras del paro empiecen a crecer y la población descienda porque más familias se marchan ante la falta de un futuro certero. En este tema, como en casi todos los que nos afectan por desgracia, Melilla se sigue comportando como una sociedad adormecida.
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Melilla pierde poco a poco sus atractivos
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