Categorías: Editorial

Los jóvenes deben tener una alternativa de ocio tras el cierre de sus lugares de reunión

Melilla registró ayer la novena jornada consecutiva sin casos de COVID-19 activos. Según los datos aportados por la Dirección Territorial de Instituto Nacional de Gestión Sanitaria y la Consejería de Economía y Políticas Sociales de la Ciudad Autónoma de Melilla, durante la jornada anterior no se produjeron cambios sobre la incidencia del COVID-19 en Melilla. Los organismos sanitarios, además, destacaron que en los siete últimos días se ha recibido el diagnóstico de 271 test PCR, todos ellos negativos.
Estos datos se daban a conocer a las once de la mañana, pero unas horas más tarde, sorpresivamente y sin haberse dado a conocer a través de los medios de comunicación, el Boletín Oficial de Melilla (BOME) salía a la calle con un número extraordinario, en el que se recogía una Orden de la Consejería de Economía y Políticas Sociales, en la que se prohibía el acceso al Polígono Industrial SEPES del Real y al Paseo Marítimo de Horcas Coloradas en toda su extensión.

La medida, según viene justificada en el documento, obedece al interés del Gobierno de la Ciudad Autónoma de evitar aglomeraciones dentro de las acciones que se realizan para prevenir en Melilla el coronavirus.

Es decir, se está actuando en zonas que eligen los jóvenes para realizar sus tradicionales “botellones”, aquellas reuniones de amigos, compañeros y conocidos, en torno a sus vehículos para escuchar música y consumir bebidas, en la mayoría de las ocasiones con alcohol, antes de ir a los pubs y locales, al no poder hacer frente a una noche de diversión pagando las copas a precios que sus bolsillos no se los pueden permitir.

Es plausible que Melilla sigue a cero casos de Covid-19 y que se continúen adoptando determinaciones para que esto siga así, pero también hay que pensar en los afectados, en este caso los jóvenes, que se quedan sin sus lugares de reunión, donde no molestan en la mayoría de las ocasiones, porque se sitúan en lugares lejos de los hogares. En algún lugar van a tener que ir y si siguen prohibiendo sus zonas habituales -también hay que sumar las restricciones en los Pinares de Rostrogordo y en el Parque Forestal-, acabarán yendo a zonas habitadas, donde el perjuicio será mayor.

No todo consiste en restringir: habrá que concienciar a la juventud de mantener las normas contra el Covid-19, como se hace con los melillenses el resto de horas del día, y no dejarles las sin las pocas opciones de divertirse que tienen en Melilla. El Gobierno de la Ciudad debe reflexionar sobre esta cuestión porque los jóvenes seguirán saliendo y a ver qué sitio eligen ahora para sus reuniones.

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