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Las malditas tasas

Lo de las tasas que se aplican a las instalaciones deportivas de Melilla es uno de esos problemas evidentes que permanecen año tras año, sin que se vea, aunque la hay, solución alguna

Más allá de los resultados deportivos de cada semana, siempre importantes, y de los reconocimientos que Melilla ha merecido y recibido como ciudad en la que el Deporte, con mayúscula, forma parte muy importante de su vida y cuyo peso dentro del panorama nacional es mucho más importante de lo que se podría esperar de una ciudad de poco más de 80.000 habitantes como la nuestra, aparecen y permanecen en nuestras instalaciones deportivas públicas, que son inmensa mayoría en nuestra ciudad, problemas enquistados de larga duración y no menor persistencia en la búsqueda eficaz de una solución, algo muy frecuente en la administración pública, por cierto.

Sirva, a modo de ejemplo, lo que en este periódico hemos repetido una y otra vez, desde hace más de cinco años, sobre el pésimo estado en el que se encuentra la explanada del estadio Álvarez Claro, impracticable e intransitable cuando llueve, y abandonada, llena de botellines y de basura casi siempre. Sigue sin solución. Y sin atisbos de que se vaya a producir alguna solución.

Hay otros problemas, también irresolutos, en las instalaciones del área deportiva de nuestra ciudad. Lo de las tasas que se aplican a las instalaciones deportivas de Melilla es uno de esos problemas evidentes que permanecen año tras año, sin que se vea, aunque la hay, solución alguna. Se podría decir, sin ánimo de exagerar, que la mayoría de las tasas vigentes en las instalaciones deportivas -y no deportivas- de Melilla están mal hechas, son anticuadas, resultan inaplicables en muchos casos, padecen de más que frecuentes problemas técnicos en los caros aparatos que las aplican, generan unos gastos de personal muy superiores a los ingresos obtenidos, son, en resumen, un sinsentido y un dispendio de dinero público.

La denuncia del diputado socialista Francisco Vizcaíno sobre lo mal que funcionan las tasas es acertada, aunque se equivoque totalmente al achacarles un afán recaudatoria que a todas luces, como bien dice el consejero Antonio Miranda y los datos demuestran, no existe. Pero lo que sí existe es una incomprensible y lamentable desidia a la hora de haber convertido, hace ya muchos años, las tasas -la mayoría de ellas al menos- en precios públicos. Desidia que, nos consta, no es culpa de algunos de los cargos públicos responsables de las instalaciones deportivas, sino de una desidia culpable de una administración pública local tan extraordinariamente numerosa y de funcionamiento tan enrevesado que resulta, como en este caso, paralizante y que posibilita que sigan existiendo tasas mal concebidas y peor aplicadas, cuando no claramente inaplicables.

O, en otras palabras, que no se hayan cambiado las viejas tasas en nuevos precios públicos y que no se modernice, ahorrando dinero público y mejorando los servicios a los ciudadanos, la gestión de varias instalaciones deportivas.

Para finalizar hay que calificar como excelentes los resultados deportivos de este fin de semana de los dos clubes referentes de la ciudad, el Club Melilla Baloncesto y la U.D. Melilla. El estreno liguero del decano de la LEB Oro parece más que prometedor de cara a lograr, por fin, su ansiado ascenso a la ACB, aunque su triunfo fue agónico pero más que merecido en la cancha de Mendizorroza frente al Sáenz-Horeca Araberri (109-111).

La U.D. Melilla, por su parte, reaccionó con un gran triunfo (3-0) ante el C.D. Don Benito, tras la debacle en Granada (5-1). La victoria pudo ser más abultada, pero como premio a su buen partido recupera el liderato del Grupo IV de la Segunda B.

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