El municipio tinerfeño de La Laguna es el pionero en España donde se ha instalado la habitación de la ira, un espacio donde se pueden descargar tensiones expresando la rabia y rompiendo cuanto se ponga al alcance. Según la empresa de “ocio” promotora de la iniciativa, dicha habitación está disponible todos los días de la semana y tiene como objetivo vencer…
… el estrés y la rabia en un espacio controlado.
El usuario alquila la habitación, elige el arma de destrucción que desea (entre otros instrumentos o artilugios rompedores, puede elegir un bate de béisbol o una maza) y durante 30 minutos puede “disfrutar” rompiendo una habitación amueblada con sillones, mesas, lámparas, platos, jarrones e incluso un ordenador, intentando de ese modo que fluya la frustración personal del individuo. El iracundo usuario puede incluso invitar a sus amigos a observar la sesión desde un monitor en otra habitación “por si acaso”.
Pero no acaba ahí la historia o esa sesión terapéutica: El evento puede amenizarse con la música favorita de usuario (desde luego no creo que sea una melodía tipo Heidi, lo más probable que sea música tipo “metal-rompedora”), puede incluir también una foto de su enemigo favorito (la expareja, el jefe y la suegra son las más solicitadas).
Una cosa parece estar más que clara, y es que ese grotesco método es de dudoso efecto pues está centrado en el síntoma y no en la causa, con lo cual, lo más probable, es que la ira reaparezca o se reproduzca.
Tomar conciencia de de las causas de las causas que nos llevan a ese estado es un gran paso para avanzar hacia una buena gestión de nuestra frustración personal. Aprender a controlar la ira pasa por aprender a racionalizar emociones controlando los pensamientos negativos e irracionales. Y para ello es mejor hacer terapia que destrozar una habitación.
Abundando en anterior sistema instalado en La Laguna, digo yo, que será cara esa destrucción de mobiliario y que en cada sesión supongo deben renovar, pues qué sentido puede tener destruir lo ya destruido. Suelo ir bastante a Tenerife y mi sobrino vive a escasos kilómetros de esa población, desde luego, cuando me cabree, que me suele pasar en ocasiones por lo que leo, me entero o veo negativamente a mi alrededor o a larga distancia. Yo desde luego no pienso perder el tiempo localizando ese “novedoso” e inútil servicio, prefiero, como tengo costumbre, desahogarme escribiendo, comentando, criticando y en ocasiones aportar algo también en positivo, como en este caso, aconsejo no hacer ni puñetero “ídem” ni de la noticia, ni de la mencionada “habitación”.
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La habitación de la rabieta o la ira