Categorías: Opinión

El precio del poder

Superado el bochorno que causó el equívoco protocolario de la pareja presidencial en la recepción del Palacio Real, Pedro Sánchez está a lo suyo: permanecer. Durar en el poder. Han sido muchas las bromas nacidas de la interpretación maliciosa de aquel momento y menos o ninguna sobre otro episodio que según como se mire tiene más trascendencia que la confusión sufrida en la citada recepción el día de la Fiesta Nacional. Me refiero al documento distribuido por la Presidencia de Gobierno de España con un texto en el que se describen las líneas generales del proyecto de Presupuestos para el año 2019 pactado con el movimiento político Podemos. Un texto en el que a los largo de sus cincuenta y tantos folios el logo de éste grupo político figura en un plano de igualdad con el emblema que representa al Gobierno de España.
No hay precedentes. En ocasión de los Pactos de La Moncloa -de los que el próximo 25 de octubre se cumplirán cuarenta años-, figuraban los nombres de los dirigentes de los diferentes partidos firmantes de aquél histórico acuerdo, pero cada cosa estaba en su sitio. Aquí, la parte (Podemos) se equipara al todo, el Gobierno de España. Las concesiones, el precio que asume Pedro Sánchez para prolongar su sueño de poder están llegando a un punto en el que lo que se está perdiendo es el debido respeto a lo que representa la encomienda que tan inopinadamente obtuvo.

A la vista de éste y otros hechos cada vez resulta más evidente que el "sanchismo" como corriente del socialismo opera si no al margen, en paralelo al PSOE. Lo cual demuestra el escaso peso del actual Grupo Parlamentario y la levedad del liderazgo de quien lo dirige. Que no figuren las siglas del Partido Socialista en un documento en el que se plasma un pacto del que podría depender la prolongación de la legislatura o, por el contrario, la convocatoria de elecciones, ya digo que es un hecho insólito. Como insólito resulta que en la plasmación documental del pacto muñido por Pablo Iglesias con Pedro Sánchez el emblema que representa al Gobierno de España aparezca en el mismo plano de igualdad que el que designa a un partido político. Tengo para mí que no es a Pablo Iglesias a quien hay que reprochar semejante atrevimiento. Él se aprovecha de la extrema debilidad política de Pedro Sánchez y juega sus cartas. Cosa diferente es lo que de este juego pueda derivarse en orden al interés general de los españoles.

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