Ilustración que representa el concepto de liberalismo conservador con José María Aznar.
Carta del Editor.
MH, 30/11/ 2025
Enrique Bohórquez López-Dóriga
Como el actual presidente español, Pedro Sánchez -da vergüenza mencionarlo- ha decidido insultar más y mentir con más agresividad, además de a su archienemiga Isabel Díaz Ayuso, al expresidente José María Aznar -con el que siempre me he llevado bien, aunque la alegría no es su característica humana más destacable- yo he decidido prestarle más atención, a él, a Aznar, y a su nuevo libro, “Orden y libertad”.
La cuestión de la inmigración, un tema inevitable: dice Aznar que no teníamos problemas de integración en España, porque eran hispanoamericanos; con los musulmanes no ocurre lo mismo. ¿Llama a los jueces del Supremo, para decirles lo que tienen que hacer, como dice Sánchez? No tengo tanto poder, contesta. Los jueces del Tribunal Supremo cumplen con su función, falla la política. Apela a la responsabilidad ciudadana, concepto básico, especialmente ahora “cuando España está sufriendo una terrible experiencia: el populismo, con el consiguiente deterioro institucional, por el no respeto a las reglas de una democracia”.
España está sufriendo una terrible experiencia: el populismo, con el consiguiente deterioro institucional, por el no respeto a las reglas de una democracia. El PP es hoy el único partido constitucional español
Recuerda su victoria, con mayoría absoluta, en el 96, y resalta que, por primera vez en la historia, está gobernando España un político que no ha ganado las elecciones. Cree que, tras la transición española, el PP es el único partido constitucional español. En España no se puede hablar de nada. La salida: elecciones, cuando las haya. ¿La eliminación de Vidal Quadras y el pacto con Pujol?, “fue un pacto para España”…. “Soy un liberal conservador, respeto las instituciones”; quizás por eso se lleva bien con su predecesor en la presidencia, Felipe González, y recuerda que Joseph A. Schumpeter se decía conservador, es decir, alguien que busca “facilitar la transición de nuestra estructura social a otras estructuras sociales con una pérdida mínima de valores humanos”.
La sociedad demanda autenticidad más que nunca y que se le hable desde la convicción, dice Aznar en su libro. No está harta de la política, sino de la mala política… No caer en la regulación por aplastamiento, que fabrica normas exhaustivas sin discriminar su objetivo…Regular no es prohibir… Nuestra demografía declinante es un síntoma que debiera preocuparnos a todos; habrá menos trabajadores e innovadores y más personas que dependerán de la atención y la asistencia. No todas las sociedades envejecidas serán capaces de asimilar a los jóvenes inmigrantes o de convertirlos en ciudadanos leales y productivos. Europa tiene que retomar una senda de equilibrio en los presupuestos nacionales y generar un mayor crecimiento que permita financiar el coste creciente de su modelo del bienestar. En términos de renta per cápita, el crecimiento español a base de gastos públicos, ingresos provenientes del turismo y fondos europeos se tiñe más de globo que de cohete. La intervención pública en la economía, acogida como panacea y menú cotidiano por los defensores del estatismo, simplemente representa la respuesta a situaciones específicas y, por tanto, transitorias: una medicina amarga cuyo abuso puede intoxicar.
Hay que denunciar que nuestros mercados están cada vez más distorsionados por regulaciones minuciosas que pretenden ser la cura y son la verdadera enfermedad. La libertad es el fundamento de toda moralidad y, por tanto, un ideal último
La importancia de la cultura: “Navegar en la red es casi siempre divagar sin fin; leer es fijar la atención en un texto limitado, que rehusa cualquier otra interacción que no sea prestarle atención. La brutalidad de la barbarie: eso es todo lo que queda del hombre cuando deserta de la cultura”.
No es derrotista. Insiste en que: “Elegir una opción política es preferir un valor; las ideas importan y es necesario un retorno al pensamiento político. La sociedad no es un mecano manipulable según el criterio particular del ingeniero al mando.. La libertad es el fundamento de toda moralidad y, por tanto, un ideal último. Tenemos que volver a forjar el vínculo atlántico con la América hispana, que es tanto herencia como vocación irrenunciable. Hay que denunciar que nuestros mercados están cada vez más distorsionados por regulaciones minuciosas que pretenden ser la cura y son la verdadera enfermedad”. El ideal del liberal conservador.
Carlos Pantoja -como persona, como médico, como deportista- está y estará siempre en la memoria de los muchos melillenses que tuvimos la fortuna de conocerle y tratarle. Por razones profesionales, he conocido ahora al otorrino que ocupa el puesto que él dejó en el Hospital de Melilla y, juntos, le hemos recordado.
Ha sido un placer conocer y ser tratado por el doctor Felipe Benítez, que conocía a Carlos Pantoja, le vino a ver y decidió quedarse aquí, a Melilla, a trabajar con él. Le pusieron trabas burocráticas -esa pesadilla melillense-, las aguantó, las superó y consiguió trabajar con el médico y la persona a la que admiraba.
Hay herencias que no se apagan nunca y herederos que son merecedores de la herencia, como es el caso Carlos Pantoja-Felipe Benítez
Tras conocer a Felipe Benítez comprendí que hay herencias que no se apagan nunca y herederos que son merecedores de la herencia, como es el caso Carlos Pantoja-Felipe Benítez. Mientras me trataba -con amabilidad e ingenio- estuve pensando en decirle algo, no sabiendo si debía hacerlo. Pero, antes de salir, se lo dije: Carlos estaría orgulloso de ti, si ahora viera cómo eres y actúas. Sus ojos, como los míos, se llenaron de lágrimas. Por eso no quería decírselo.
Leyendo sobre Kafka, me enterneció, hace días, lo que escribió Milena Jesenská, periodista checa, la penúltima de sus 4 mujeres, tras la muerte de Franz Kafka, en junio de 1924: “Era callado, tímido, amable y bueno, pero escribió unos libros angustiantes y dolorosos. Percibía el mundo lleno de demonios invisibles que destruyen y desgarran a las personas indefensas. Era demasiado lúcido para vivir, demasiado débil para luchar”. Carlos, como Kafka, fue bueno, amable, lúcido para vivir, aunque nada débil para luchar. Me parece que su discípulo, Felipe, va por el mismo camino.
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El liberalismo conservador, José María Aznar
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