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En la historia de la Guerra Civil Española es difícil encontrar algún falangista que fuese ejecutado por sus propios compañeros, puesto que la historiografía franquista se entretuvo en esconder este tipo de acciones que podrían ensuciar la imagen del Gobierno del Generalísimo y su ideario. Pero hubo algunos que, rescatados para la historia, hicieron visible que la represión llegó a todos y todo, sin excepciones; no se perdonaba nada, ni a sus mismos compañeros de ideología.
Aquellos que han salido del anonimato y son más conocidos son el caso de Mariano Durruti, falangista convencido y hermano de , el histórico líder anarquista. Fue ajusticiado en el bando nacional por hedillista bajo las acusaciones de incitación a la rebelión y traición ante la sospecha de que pudiera haber entregado los archivos de la JONS de Madrid, puestos bajo su custodia, a las autoridades republicanas; además fue acusado de conspirar, como falangista, para que fuese Falange Española la que acaudillase el levantamiento contra el Gobierno del Frente Popular, en vez del Ejército, marginando a los militares como protagonistas. Una audacia que, para su infortunio, le valió un Consejo de Guerra Sumarísimo, que lo condenó a muerte, siendo fusilado por un pelotón de sus propios compañeros falangistas, por decisión del Tribunal militar, el 22 de agosto de 1937, en León. Mariano no había Ingresado en Falange en febrero de 1936 avalado por el propio José Antonio Primo de Rivera.
Otros falangistas condenados a pena de muerte y fusilados en 1942, fueron Juan Domínguez, inspector nacional del SEU, la organización sindical estudiantil fundada por la Falange, condecorado por el mismo Hitler, y Juan Pérez de Cabo, autor del libro prologado por Primo de Rivera, «Arriba España», Ambos eran miembros de una facción clandestina de la Falange que al principio de la dictadura, al margen de la oficial, estaba en contra de la implantación de esta. En diciembre de 1939 se reunían en la casa del general Emilio Rodríguez Tarduchy constituuendo una Junta Política que coordinaba acciones desde la clandestinidad y contra el régimen. Junto a Tarduchy, que fue su primer presidente, se reunían figuras como el periodista Patricio González de Canales, Daniel Buhigas, Ricardo Sanz, Ventura López Coterilla, Luis de Caralt, José Antonio Pérez de Cabo, Gregorio Ortega Gil y Ramón Casaña, este último nombrado años antes por el mismo , jefe de la Falange de Melilla. Entre las acciones que proponían estaba el asesinato de y el del mismísimo Franco, pero sus propósitos fueron descubiertos siendo algunos condenados a muerte.
En esta ciudad de Melilla también hubo un falangista fusilado, Francisco Artés Nieto, falangista de la 4ª Centuria de Melilla, que tras ser enjuiciado en un Consejo de Guerra Sumarísimo el 4 de febrero de 1937 en el Cuartel de Santiago, y habiendo autorizado un día antes su ejecución el General Jefe de la Circunscripción Oriental, fue fusilado el 10 de marzo de 1937 a las seis y media de la mañana en el Campo de tiro de Rostrogordo, frente al espaldón, siendo denunciado por sus propios compañeros, que acudieron a su juicio y ejecución sin realizar esfuerzo alguno por salvarle de la última pena. Este fue Su delito: Rebelión contra el Movimiento Nacional.
Investigando sobre la documentación original del juicio al que estuvo sujeto, encuentro la historia de un muchacho de 19 años que se afilió a Falange obligado por las circunstancias, puesto que su hermano, Gabriel estaba preso en el Campo de Concentración de Zeluán a espera de juicio y deseaba salvarle de una posible ejecución, planeando una posible fuga, que fue denunciada.
El joven falangista Francisco Artes Nieto, se afilió a Falange de Melilla en septiembre de 1936, tras ser detenido de su hermano, pidiendo ser destinado con la 4º Centuria, a la que pertenecía, al campo de Concentración de la Alcazaba de Zeluán que junto con la 2º Mia de la Mejaznia Auxiliar, realizaba labores de vigilancia, custodia y defensa de dicho centro de detenidos políticos. Este inicuo lugar estaba ubicado en la Antigua Alcazaba de Zeluán, en el Protectorado oriental, a unos 27 km de Melilla, siendo elegido este lugar por el Comandante Ingeniero militar, Luis Sicre Marassi que ya había realizado allí algunos trabajos y reformas en la etapa republicana. Al llevar allí a los detenidos no se realizaron mejoras de infraestructura, ya que hubieron de dormir en el suelo en muchas ocasiones, alojándose en viejas tiendas y tinglados colocados por ellos mismos. La única reforma importante fue el instalar una extensa alambrada exterior que les aislaba de su entorno, haciendo difícil tanto su acceso como una posible fuga, teniendo solo entrada por la puerta principal y una lateral, al oeste.
Entre los falangistas allí destacados había tanto cristianos como musulmanes siendo la edad media de todos ellos de unos 18 años, incluso el Jefe de Centuria era un joven de 22 años. Se encontraba esta Centuria sujeta a las órdenes y directrices de Falange de Melilla. Sus miembros pedían voluntarios la custodia de la Alcazaba puesto que allí cobraban un sueldo, cosa que en Melilla no recibían, por lo que algunos solicitaban al Comandante Jefe de las Milicias de Falange un destino allí, haciendo su vida entre el poblado de Zeluán y la misma Alcazaba donde tenían sus dormitorios. En dicho Campo de Concentración se encontraban en el mes de diciembre más de quinientos detenidos.
Muchos soñaban con evadirse, aunque solamente tenemos noticias de uno que lo lograra, aunque sabemos de varios intentos. En uno de ellos estuvo involucrado el falangista Francisco Artés Nieto que preparo y conspiró con otros compañeros falangistas, dos de ellos musulmanes, la liberación a su hermano junto a los demás detenidos. La denuncia de uno de los conjurados le llevó a ser detenido y tras dos meses pendiente de juicio y pasar por un sumarísimo donde se le acusó de rebelión contra el Movimiento Nacional, el 10 de marzo fue fusilado al amanecer.
Se inició el procedimiento sumarísimo el 24 de diciembre de 1936, con motivo de un atestado instruido por el Teniente de la Guardia Civil y jefe del Campo de Concentración de Zeluán, D. Eusebio Martinez Izquierdo, siendo originado tal atestado por la denuncia del falangista de la 4ª Centuria Ab-El Kader B. Abderraman, basándose en que el falangista Francisco Artés Nieto le había propuesto y solicitaba su ayuda para liberar a su hermano Gabriel que allí se encontraba detenido, contando con otros falangistas, estando de acuerdo todos ellos en el plan establecido. Uno de los falangistas musulmanes, Absdelan Moch rectificó su declaración en la que afirmaba que estaba de acuerdo con Artés, alegando que la firmó para evitar que le maltrataran.
Para facilitar la fuga, afirmo en el juicio Abderraman, Francisco Artés asesinaría al suboficial instructor de la Centuria a cuyo cargo estaba el armamento disponible para el servicio, apoderándose de este, así como de la guardia, y entregar las armas a los allí detenidos, marchando a telégrafos donde asesinarían al telegrafista, y hablarían con Barcelona para que viniera un barco para salir del protectorado.
A su vez estuvo incurso en el procedimiento el falangista Juan Rosemhub, hijo de un ingeniero alemán afincado en Melilla, que tras estar detenido y pasar por varios careos con el acusado, fue puesto en libertad sin cargos, aunque Artés afirmó en todas sus declaraciones que este le apoyaba y que le había confesado que su familia era comunista y que entre los hermanos se hizo un sorteo para ver quien se afiliaba a Falange y que le había tocado a él.
Todas estas actuaciones se hallaban enlazadas a un ataque con disparos a la Alcazaba el día 21 de diciembre, donde cuatro hombres desde las inmediaciones, hicieron fuego sobre un centinela, no llegando a herirle, pero perforándole la parte izquierda del cuello del capote con tres orificios de bala. El Jefe del Campo de Concentración, Martinez Izquierdo, declaró al respecto que tenía la impresión, después de realizar varias averiguaciones, de que Francisco Artés estuvo en combinación con elementos civiles para hacer los disparos, efectuando dicha agresión para preparar sus planes, no presentando testigos porque las gestiones se hicieron sin hacer preguntas que pudieran despistar la acción de la justicia, siendo esta declaración clave para el veredicto final.
Para el Tribunal que le juzgaba, todos estos hechos constituían un delito de traición, otros dos de rebelión y uno de sedición, todos ellos dentro del Código de Justicia Militar, penándose únicamente el más grave procediendo a imponerle la pena de muerte. El Fiscal Jurídico Militar formuló la acusación manifestando que de los muchos delitos que la carrera jurídica había tenido que calificar, este era el más repugnante por la forma de realizarlo. Se alistó (Francisco Artés) a Falange Española después de estar su hermano detenido. Plantea sus propósitos a los compañeros y planea pasarse a las filas rojas y para realizar sus propósitos abriga la idea del asesinato, le califica de mal español ya que si el hecho lo ha realizado para salvar a su hermano, se debe tener en cuenta que en las actuales circunstancias no se mira la familia, ya que han sido muchos los que han perdido familiares por la causa de la Nueva España y en cumplimiento del deber. Califica los hechos de un delito de Rebelión.
El defensor dijo que en el apuntamiento y exposición hecha por el Fiscal, no encuentra ningún punto en que basar la defensa del procesado ya que la única coyuntura que tenia para basar su misión de defensor era la idea de su patrocinado de salvar a un hermano y ya el Fiscal se la ha desvirtuado con sus manifestaciones respecto s este extremo….lamenta no tener otros medios de defensa y deja al libre acuerdo del Consejo la condena de su defendido.
Y el Consejo de Guerra, considerando que atendida la condición de los falangistas como fuerzas militarizadas y al conspirar para la liberación de presos del campo de concentración, apreció un delito de traición, puesto que intentó organizar un levantamiento en armas contra el Gobierno Legítimo de la Nación, siendo condenado a muerte y fusilado el 10 de marzo.
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El falangista de Melilla fusilado en Rostrogordo
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