No se puede consentir que esto siga sucediendo, pues las víctimas son menores de muy corta edad, bebés de pocos meses, cuya vulnerabilidad es extrema y está claro que de ellos no depende la decisión de pasar la frontera en esas condiciones tan peligrosas para sus vidas Se ha dicho muchas veces que es tanta la diferencia que hay a ambos lados de la valla, que el drama es una circunstancia que sufren de forma inevitable quienes quieren pasar de Marruecos a Melilla. Sólo así se puede explicar el enorme riesgo que asumen quienes tratan de acceder de forma irregular, saltando peligrosas y afiladas vallas de seis metros de altura, escondiéndose en dobles fondos de vehículos que suponen verdaderos ataúdes o embarcándose en frágiles embarcaciones a menudo sin saber nadar. El simple hecho de ponerse en manos de las mafias que trafican con seres humanos ya denota esa desesperación de quienes buscan de manera incesante nuevas fórmulas para atravesar una frontera permanentemente vigilada. Pero si ese drama es impactante de por sí en los adultos, mucho mayor es cuando afecta a niños pequeños. No son pocas las veces que hemos visto a bebés que sufren esas travesías en patera marcadas por la incertidumbre. Hace un par de años, en pleno éxodo sirio, también se empezaron a dar casos de niños escondidos en dobles fondos de coches. Y ahora, en apenas dos semanas, vemos cómo dos bebés de corta vida han sido escondidos en bolsas para tratar de pasarlos a Melilla esquivando los controles de seguridad de ambos países que comparten la frontera.
El primero fue el día 15 de noviembre, cuando dos mujeres marroquíes pasaban la frontera con un bolso y la Guardia Civil, sospechando de su contenido, encontró dentro a un bebé de poco más de un mes que se estaba asfixiando por la falta de aire al llevar ya un rato allí encerrado. El segundo, este mismo martes, 14 días después del anterior caso, cuando la Policía halló a una niña de nueve meses dentro de la bolsa de plástico que llevaba una mujer argelina que pasó la frontera con intención de pedir asilo.
Ambos casos han sido tratados de forma diferente, pues en el primero, ambas mujeres fueron detenidas y una, la que llevaba el bolso, incluso fue enviada a prisión provisional tras pasar a disposición judicial. En el segundo, la mujer no fue detenida y ya se encuentra en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) junto a la bebé, de la que dijo ser su madre.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la autoridad judicial, que han sido las encargadas de llevar la investigación, sabrán los extremos de lo sucedido en ambos casos. Pero la realidad es que nos encontramos ante un nuevo modus operandi en el que no sería de extrañar que estuvieran detrás las mafias que trafican con seres humanos. No se puede consentir que esto siga sucediendo, pues las víctimas son menores de muy corta edad, bebés de pocos meses, cuya vulnerabilidad es extrema y está claro que de ellos no depende la decisión de pasar la frontera en esas condiciones tan peligrosas para sus vidas.
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