Temor en el colectivo ciclista por el peligro que corren por el estado en el que los conductores suben la carretera de vuelta tras beber toda la noche
Aguadú se convierte en un “botellódromo” cada fin de semana. Así lo denuncian públicamente ciclistas melillenses que han sido testigos de la juerga cuando, por la mañana temprano, salen con su bicicleta a hacer deporte.
Ayer, sin ir más lejos, varios ciclistas se encontraron con que a las ocho de la mañana había más de una decena de vehículos en Aguadú, con grandes altavoces, la música a gran volumen y todos consumiendo alcohol. Una fiesta al aire libre que no respeta la prohibición vigente y que entraña, además, un enorme riesgo.
Y es que el colectivo ciclista teme el estado en el que van quienes se recogen de la fiesta y suben la carretera de Aguadú de vuelta a casa. Por un lado, por el riesgo para los propios participantes del botellón, por la cantidad de curvas que hay. De hecho, ayer hubo una importante colisión en la rotonda de los Pinos.
Por otro, los ciclistas temen que uno de estos coches les pueda arrollar si el conductor ha consumido alcohol o no ha dormido en toda la noche después de la juerga. A eso se une el consumo de óxido nitroso incluso mientras van al volante, algo de lo que los ciclistas han sido testigos. Además, los residuos están por todas partes en las zonas de botellón.
Piden medidas para terminar con estas situaciones de raíz. “Nos estamos jugando la vida”, lamentan.
