En Melilla sufrimos demasiada inseguridad en lo cotidiano. No nos paramos a pensarlo, pero deberíamos hacerlo para caer en la cuenta de que, lo que sucede en Melilla, y lo damos como algo normal, no lo es en otros lugares, en absoluto. Un claro ejemplo de ello es los cortes de luz que sufrimos en la ciudad, demasiado frecuentes, de los que nadie se responsabiliza. Ya no es que las dos empresas encargadas de la electricidad (una productora y otra suministradora) se echen las culpas la una a la otra cada vez que hay un apagón. Es que las administraciones públicas, que se supone que deben velar por los intereses de los ciudadanos, tampoco toman cartas en el asunto para evitar que esto suceda.
Y ya no hablamos solo de los apagones. También de los cortes en el suministro que se dan varias veces a la semana en diferentes sectores de Melilla, anunciados por Gaselec con cierta antelación. La empresa dice que “se ve en la necesidad” de hacerlos para “efectuar trabajos en la red de distribución para la mejora del servicio”. Toda una mañana, ni más ni menos. Estos cortes programados, que tampoco son habituales en Málaga, Madrid, Cuenca o cualquier otra ciudad de España, tienen lugar, habitualmente, entre las 8.00 y las 14.00 horas. Seis horas sin luz en un hogar o empresa melillense no es algo que podamos permitir, porque quienes se quedan sin ese suministro se quedan aislados, al ser la luz imprescindible para el funcionamiento de todo lo que necesitamos en nuestro día a día: el agua, Internet, cualquier aparato, entre ellos los ordenadores. ¿Nadie en Gaselec se ha parado a pensar que son muchos los melillenses que teletrabajan y necesitan la energía eléctrica?
¿Por qué estos trabajos de mantenimiento no se hacen cuando menos afectan a los usuarios, como puede ser por la noche? Una pregunta que hacemos extensiva a cualquier trabajo de mantenimiento de cuantos se hacen en Melilla y que afectan al normal funcionamiento de la ciudad y quienes viven en ella. Por ejemplo, la señalización horizontal en las calzadas. En otros lugares, esos trabajos se hacen de noche para no provocar atascos. En Melilla vamos en dirección contraria: se hacen en hora punta y sin previo aviso. Los atascos que se forman, perfectamente evitables, son monumentales por esa mala planificación en el mantenimiento.
¿Por qué? ¿Por qué en Melilla tenemos que aguantar este tipo de perjuicios? ¿Nadie se ha preguntado cómo se podrían evitar? No vivimos en el Tercer Mundo ni en la Prehistoria, aunque a veces, con cosas como estas, lo parezca. ¿Han tenido en cuenta esta inseguridad en lo cotidiano en el Plan Estratégico de Melilla? ¿Qué empresas van a querer venir a esta ciudad a implantarse cuando, cada dos por tres, se quedan sin lo esencial, que es la energía eléctrica? Las que ya están no dan abasto con el destrozo que provocan los apagones en sus ordenadores y aparatos. ¿Por qué tenemos que consentir este mal servicio cuando pagamos a precio de oro la energía eléctrica? Melilla is different, pero empezamos a estar hartos de un deficiente servicio al ciudadano excusado con nuestra supuesta peculiaridad.
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Demasiada inseguridad en lo cotidiano
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