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De la inexistencia de libertad económica, estos desastres sociales

Añado que si los "polvos liberales" en España son pocos, en Melilla es que son apenas conocidos y el resultado es el que la inmensa mayoría de los ciudadanos -que no súbditos- melillenses padecemos: un horror de ineficacia (más allá de las buenas o malas intenciones), una ciudad subvencionada, al borde del choque de civilizaciones y sin futuro, si no logramos cambiarla, pronto y profundamente. "De aquellos polvos neoliberales, estos polvos sociales". Era el titular de un artículo que publicamos en este periódico el lunes pasado, escrito por un colaborador habitual al que agradecemos su colaboración. Personas a las que tengo en gran estima, por sus opiniones, se han quejado por el contenido de este último artículo de nuestro colaborador y, en este caso, creo que con bastante razón.

En primer lugar, de "polvos neoliberales" en España muy, muy poco. El peso del sector publico en nuestro país sigue siendo enorme, la deuda pública monstruosa e inasumible, los resultados de la gestión pública los que, en la inmensa mayoría de los casos, nos toca padecer. Sólo la persona que no ha pagado un sueldo en su vida o, dicho de otro modo, no tenga ni una mínima experiencia empresarial, puede defender que la administración pública funciona mejor o es más eficaz que la empresa privada. Podemos decir, basados en hechos, no en opiniones, que los países con libertad económica son los de más alto nivel de riqueza y bienestar, mientras que aquéllos en lo que todo es público son paupérrimos. Sin excepciones y, repito, como los hechos y los datos demuestran. Comparar a nuestro país con Cabo Verde o Brunei, aunque solo sea en nivel de corrupción, como compararlo con otros países más o menos próximos -en los que, por no haber libertad no hay ni siquiera datos estadísticos mínimamente fiables- es una barbaridad, que en este país se permite decir y publicar; en otros -en lo que todo es público- no.

Sirva a modo de ejemplo, la contemplación de los países que encabezan el índice de calidad de vida, que se establece en base a 9 factores: salud, vida familiar, vida comunitaria, PIB/persona, estabilidad política, clima, seguridad en el empleo, libertad política e igualdad de género. La clasificación la encabezaba, en 2015, Suiza, seguida de Noruega, Luxemburgo, Suecia, Australia, Islandia e Italia. En el puesto 17 de la clasificación está Japón, en el 21 Singapur, en el 23 España, en el 35 Estados Unidos (el país con el mayor Producto Interior Bruto del mundo, con diferencia)…en el 65 Marruecos. Obsérvese que no hay en la lista ni un sólo país socialista o comunista, ni un solo país en el que todo sea público y nada -o casi nada- privado, porque o son países claramente subdesarrollados o ni siquiera se conocen ni publican datos suficientes para poder establecer un índice de calidad de vida. Entre esos países están, por ejemplo, Cuba, Irak, Mauritania, Corea del Norte, Somalia, Yemen o Zambia (y ahora, si se actualizaran los datos, más que muy probablemente también estaría Venezuela, cuya situación no es grave, como dice el portavoz del PSOE: es atroz y perversa). Esos son datos, no opiniones.

Añado que si los "polvos liberales" en España son pocos, en Melilla es que son apenas conocidos y el resultado es el que la inmensa mayoría de los ciudadanos -que no súbditos- melillenses padecemos: un horror de ineficacia (más allá de las buenas o malas intenciones), una ciudad subvencionada, al borde del choque de civilizaciones y sin futuro, si no logramos cambiarla, pronto y profundamente. Los "polvos sociales" provienen de la ineficacia, motivada por la falta de libertad económica. Por supuesto que hay empleados públicos buenos, malos y regulares, y que lo mismo ocurre con los empresarios. La diferencia es que unos juegan con el dinero de los demás, y los otros con el suyo y, obviamente, estos últimos tienden a emplearlo mejor, de lo que se benefician algunos de ellos y casi todos nosotros (como se deduce de la simple contemplación de los índices de calidad de vida que antes cité).

Y, para mayor inri -en el sentido de una situación que ya era mala y que acaba de empeorar aún más- solo faltaba que un melillense español de origen magrebí sea uno de los actores del atentado terrorista del jueves pasado en Barcelona. Se veía venir y, de paso, da la razón a lo que defiende Ayaan Hirsi Ali en su extraordinario libro "Reformemos el islam", que estoy leyendo y del que destaco uno de sus primeros párrafos: "Nosotros, que tenemos el lujo de vivir en Occidente, tenemos la obligación de defender los principios liberales… no podemos tolerar la intolerancia de otra cultura, con el pretexto de la sensibilidad multicultural… y debemos lanzar un mensaje inequívoco a los musulmanes que viven en Occidente: si queréis vivir en nuestras sociedades y compartir sus beneficios materiales, debéis aceptar que nuestras libertades no son optativas". Por cierto, si, como me envían, Coalición por Melilla emitió, tras los asesinatos repugnantes del jueves en Barcelona, un comunicado en el que manifestaba su "solidaridad con las víctimas del fatal atropello" es que ya la situación de choque de civilizaciones en Melilla a la que me refería en mi Carta anterior ha llegado a un nivel más que peligroso. Un atropello deja hueco a una acción no premeditada. Lo del jueves, jaleado por el terrorista Estado Islámico, fue un asesinato y un argumento más para los que opinan, como Ayaan Hirsi Ali, que el islam no es una religión de paz, aunque la inmensa mayoría de los musulmanes sean pacíficos.

Posdata. Una buena y admirada amiga, que vivió durante su niñez en Sidi Ifni, me ha hecho llegar una apasionante colección del que fuera el semanario AOE, acrónimo de África Occidental Española, subtitulado "Semanario Gráfico de la Provincia de Ifni", fundado en el año 1945 por "D. José Bermejo Gómez". La colección abarca desde el número 1.094, del 6 de febrero de 1966, hasta el 1.244, del 22 de diciembre de 1968. Días después, el 4 de enero de 1.969, España y Marruecos firmaron en Fez el llamado tratado de retrocesión de la provincia española de Ifni al reino magrebí. El 30 de junio de 1.969 España abandonó oficialmente Ifni, dejando atrás 100 militares españoles muertos en la defensa del territorio durante la guerra de 1.957-58, además de parte de nuestra historia y un trozo del territorio patrio. No me gustaría asistir a un abandono parecido de Melilla y me siento con la obligación moral de hacer todo lo que pueda, por muy incómodo y arriesgado que pudiera ser, para contribuir a evitar que se produzca con nuestra ciudad algo parecido: que pase a ser una carga poco soportable para el resto de España y de Europa, en vez de un atractivo y un polo de desarrollo para la ciudad y su entorno.

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